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Hombres, mujeres y chiquillos nos seguían con mirada ansiosa, lanzando gritos de satisfacción al ver como nuestra barca, haciendo un último esfuerzo, se adelantaba cada vez más á su perseguidor, llevándole una media hora de ventaja. Hasta el alcalde estaba aquí para servir en lo que fuera bueno.

Yo no tengo la culpa contestó tímidamente el aldeano, haciendo un cuarto de conversión hacia la puerta.... Yo soy un probe ... ¡muy probe!, señor don Silvestre; tengo un güerto que me da para ayudar la vida, cáese la paré, entran por ella los animales, destrózanme la probeza que había en él, dícenme: «Fulano tiene la culpa»; y ... ¡qué menos he de hacer que pedir lo que en ley se me debe!... Pero añadió, enternecido, dirigiéndose á la puerta, dicen ustedes que me he equivocao, y yo lo creo.... Perdonar la falta..., y queden ustedes con Dios....

Sólo Florentina quedó en la estancia. ¡Ah!, los revulsivos potentes, los excitantes nerviosos mordiendo el cuerpo desfallecido para irritar la vida, hicieron estremecer los músculos de la infeliz enferma; pero a pesar de esto se hundía más a cada instante. Es una crueldad dijo Teodoro con desesperación, arrojando la mostaza y los excitantes es una crueldad lo que estamos haciendo.

No pensemos en ella hasta la noche. Y nos separamos. Caminaba con soltura haciendo crujir su calzado finísimo, buscando con cuidado los sitios más secos del suelo para no ensuciarse de barro y balanceando su paquete de libros al extremo de una estrecha correa con hebillas como una brida inglesa.

Al principio este odio se exteriorizó por una serie de fruncimientos de cejas, de sonrisas sarcásticas y de bufidos desdeñosos en cuanto aquel impostor entraba en parlamento. Después comenzó García a hacer círculos en tomo de él como un ave de presa alrededor de su víctima y a expresar en voz bien perceptible su descontento, haciendo ademán de dirigir la palabra a Tristán.

La joven se moría de placer deslumbrando de este modo, haciendo padecer a sus envidiosas conocidas. Porque el Duque no se ocultaba para prodigarle mil atenciones galantes, ni ella para ostentar un grado de confianza con él superior al de los demás de la familia. Gonzalo había observado, con secreto disgusto, aquella intimidad.

Regalado se aproxima con el reloj en la mano y abandonando su acostumbrada ironía le dice con visible emoción, pues al cabo también él había nacido en Villoria: El jurado te declara vencedor, Jacinto. Elige la moza que ha de entregarte el reloj. Jacinto tarda algunos instantes en responder. Al cabo haciendo un esfuerzo pronuncia muy quedo el nombre de Flora. Ven acá, Florita grita Regalado.

Otras veces, echando atrás su hermoso busto, como si contemplara con la imaginación salones festoneados de rosas, en los que danzasen huecas faldas, pelucas empolvadas y tacones rojos, rozaba las teclas, haciendo sonar un minuetto de Mozart, vagoroso como un perfume elegante, cual la sonrisa de una boca de princesa, pintada y con lunares postizos.

El secretario se echó á reír, pero se repuso ante la calma imperturbable de su interlocutor. ¿Hay en este momento penados cuya conducta sea ejemplar y que merezcan los favores de que me hablaba usted hace poco? ¡Ah! Ya veo que está usted haciendo averiguaciones serias, dijo el secretario, mirando con curiosidad á Cristián.

Habiéndose hallado tres niños muertos de frio en la Corredera, determinó el cabildo que se juntasen un beneficiado y el rector de cada collacion y visitasen con el jurado de la misma todos los hospitales, haciendo que en cada uno se recibiesen todos los necesitados que se pudieran. La obra pia del chantre Aguayo daba cada dia á los pobres dos fanegas de pan.