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Una dolencia del estómago agriaba aún más su carácter y le hacía emprender frecuentes viajes a Europa, siempre en busca de nuevas aguas curativas.

Pero los dos éramos demasiado presuntuosos para volver atrás, y guiándonos por las indicaciones de los postes, seguimos nuestro camino hacia Glatigny. »Me acuerdo de que se nos antojó muy largo el camino; que tomamos a un corzo por un lobo, y a unos pacíficos campesinos por feroces bandoleros.

En pocas palabras le expliqué lo sucedido, y él me escuchó en silencio. Luego que hube terminado, murmuró algo, se persignó, y, como nos despertaron los pasos que se aproximaban del sacristán, salimos afuera y nos dirigimos hacia la ancha plaza, que ya estaba envuelta en una semiobscuridad.

Vuelta a desandar lo andado. Hallaron en el corredor una puertecita estrecha, y por ella entró el criado seguido del clérigo, subiendo por una escalera de caracol más oscura y más sucia aún que el resto de la casa. Cuando iban hacia el medio, el P. Gil oyó en lo alto una tosecilla seca que volvió a apretarle el corazón de temor.

Ella se mostraba siempre dulce y cariñosa, mas procurando encaminar la conversación hacia asuntos serios. Ricardo siguió acariciándola siempre que tenía ocasión para hacerlo; pero no volvió a obtener de ella la acostumbrada reciprocidad por más que hizo increíbles esfuerzos para conseguirlo.

A cierta distancia tropezó con un joven que de pié, con la cabeza levantada, miraba fijamente hácia la casa. Basilio reconoció á Isagani. ¿Qué haces aquí? preguntóle. ¡Ven! Isagani le miró vagamente, se sonrió con tristeza y volvió á mirar hácia los balcones abiertos, al través de los cuales se veía la vaporosa silueta de la novia, cogida del brazo del novio, alejándose lánguidamente.

Mire usted murmuró con asomos de amarga sonrisa que siempre me suceden a desgracias por cosas de que no tengo la culpa.... Pedro se empeñaba en que yo le reclamase a papá la legítima de mamá, porque papá le negó un dinero que le hacía falta para las elecciones.

Permaneció algunos instantes inmóvil y muda. Luego dijo con voz enronquecida: Pues bien, Nolo, mi vida dará testimonio de la verdad que te he dicho. Adiós. Y sin que el mancebo pudiera evitarlo porque estaba mirando á otro lado se dejó caer hacia atrás en medio del río. La corriente la arrastró velozmente. Nolo se precipitó en pos de ella.

Muchos y vastos proyectos de libros y dramas germinaban en la mente del joven autor de Engaños y Desengaños. Escribía poco, sin embargo, aunque meditaba mucho. Alguna vez se acordaba de su drama entregado al teatro Español hacía más de un año y entonces se ponía de mal humor.

La piedad de la gente del país quiere ver en esto la imagen de la cabeza inclinada de Cristo agonizante. Estamos aquí en el país de las leyendas y de las candideces místicas. Era ya tarde y la iglesia estaba obscura. La lámpara del santuario hacía más sensibles las tinieblas en que se perdía su vacilante claridad.