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Andronico de los muros miraba como se ardian las casas, y creyendo que todo nuestro campo era el que tenía delante, no quiso que saliese gente, antes la puso en guarda y seguridad de Constantinopla, repartida por sus muros esperando que nuestras espadas se habian de emplear aquel dia en su última ruina: recelos fueron estos de Andronico bien fundados y advertidos; porque el pueblo lleno de pavor, acostumbrado al ocio, no trataba de tomar las armas para su propia defensa.

El que estaba en la tribuna logró dominar el ruido y pudo hacerse oír; pero bien pronto los gritos ahogaron de nuevo su voz. Trataba de la vergonzosa derrota que habían sufrido los exaltados ante la autoridad de Morillo, y algunos habían llevado esta cuestión á un terreno personal.

Cuando la luz de su linterna se hubo desvanecido á lo lejos por completo, el joven ministro se dió cuenta, por la especie de desmayo que le sobrecogió, de que los últimos momentos habían sido para él una crisis de terrible ansiedad, aunque su espíritu había hecho un esfuerzo involuntario para salir de ella con la especie de apóstrofe semijocoso dirigido al Sr. Wilson.

Su amigo experimentó una sensación igual de desagrado, y los dos dieron forma á su malestar, hasta convertirlo en un odio implacable contra los gauchos del Chaco. ¿Qué venían á hacer en Salta, donde no habían nacido?... ¿Por qué se atrevían á bailar con las mujeres del país?... Los dos sabían bien que estas mujeres bailaban con todo el mundo, y que las más de ellas no eran de la tierra.

Allá en la romería, á espaldas de la iglesia, los de Lorío, después de provocar con pesadas palabras y acciones groseras la cólera de los de Entralgo, habían logrado al cabo despertarla. Sin considerar su inferioridad numérica, pues muchos de los combatientes habían bajado ya á la Bolera, se precipitaron á la lucha. La desesperación les prestó una fuerza incontrastable.

Las conversaciones se habían suspendido. La gente se había acercado al columpio y formaba círculo en torno para jalear á la simpática cantaora. En aquel instante Manolo Uceda, á quien el chico de la tienda de Velázquez había dicho dónde estaban sus amos, apareció en la puerta del patio y quedó inmóvil contemplando la escena.

Pero no me daba a tanta pesadumbre la que a Zoraida daban, como me la daba el temor que tenía de que habían de pasar del quitar de las riquísimas y preciosísimas joyas al quitar de la joya que más valía y ella más estimaba.

La mayor parte de sus soldados habían dejado en ella los huesos: otros habían perecido en el mar; sólo Pizarro y unos cuantos predestinados como él consiguieron volver a Santo Domingo. El antiguo paje de doña Isabel arrastró en la ciudad colonial la mísera existencia de los conquistadores sin éxito.

Y llegado que fué Inca Yupanqui á la ciudad del Cuzco, mandó á su amigo Vicaquirao que volviese á su padre Viracocha Inca, y que le dijese que viniese á su ciudad, que le tenia guardadas las cosas ya dichas para que dellas triunfase; y ansí mandó que saliesen con él tres mill hombres que le guardasen y acompañasen. Y ansí, se partió Vicaquirao; y llegado que fué al peñol do Viracocha Inca estaba, hallólo que estaba en grande llanto él y los suyos por la muerte de los que Inca Yupanqui les matara en la emboscada, en la cual habian sido muertos muchos señores principales de los que con él tenia; y como tuviese nueva Viracocha Inca que de hácia el Cuzco venia gran golpe de gente de guerra, tenia que volvia su hijo sobre él á le matar á él y á los suyos que consigo tenia, y entró allí en breve consulta con los suyos, en la cual acordaron, que si de guerra venia su hijo sobre él y caso fuese que á plática viniesen de algun concierto ú otra cosa en que fuese pedille vasallaje, que hiciese todo aquello que por él le fuese pedido é demandado.

Hizo ánimo el General de pasar aquella noche dos leguas de Puno, con el fin de presentarse á su vista al siguiente dia muy temprano, y tener el tiempo suficiente para la operacion que conviniese practicar, y tomar las disposiciones que fuesen necesarias: pero á las dos de la tarde tuvo aviso que los rebeldes la habian asaltado de nuevo, con intento de pasar á cuchillo á todos sus defensores, antes que recibiese el socorro que esperaba.