United States or Cabo Verde ? Vote for the TOP Country of the Week !


En cuanto a la moral no había motivo alguno para dudar de la fidelidad de Elena, cuyo carácter inocente y afectuoso ella podía conocer mejor que nadie. Y por parte de Núñez bien podía estar segura de que era incapaz de faltar a las leyes de la caballerosidad. Gustavo tenía un temperamento burlón, le gustaba pasar por escéptico y original, pero en el fondo era el honor y la rectitud personificados.

Yo había notado que no le gustaba volver a su casa de noche, y este descubrimiento, aunque me le hacía más simpático, porque yo misma era muy medrosa, no podía dejarme ninguna ilusión sobre su coraje.

Pero Velázquez, ó por temor á compromisos, ó por cálculo, ó por la situación especial en que la amistad con Pontes le colocaba, no llegó á declararse abiertamente. Se mantenía en actitud equívoca. Cuando se hallaban solos la dejaba ver lo mucho que le gustaba, pero siempre con la salida abierta para retirarse en cuanto le conviniese. En presencia de gente seguía tratándola como antes.

Era, ante todo, hombre de negocios y no gustaba de andarse por las ramas o decir más palabras de las indispensables. Mas con sorpresa de la asamblea, donde se hallaban muchos banqueros y algunos personajes políticos, comenzó a pronunciarles un discurso por todo lo alto.

El negocio no era tan fácil y expedito como a primera vista parecía: el Sr. de Rivera había sido siempre extremadamente escrupuloso en el lavado, planchado y demás artes decorativas; gustaba asimismo de que todas las prendas que usaba le viniesen como anillo al dedo; cualquier discrepancia en esta materia conseguía alterarle la bilis.

Por la noche, la gente, recluida durante el día en sus casas, salía a tomar el fresco. Después de comer me gustaba permanecer una hora en la Británica, viendo desfilar la gente en compañía de Villa.

Guillermina, que no gustaba de perder el tiempo, abordó al instante la cuestión de esta manera: «Yo tengo una amiga a quien quiero mucho... la quiero tanto que daría mi vida por ella; y esta amiga tiene un marido que... En una palabra, mi amiga ha padecido horriblemente con ciertas... tonterías de su esposo... el cual es una excelente persona también... entendámonos, y yo le quiero mucho... Pero en fin, los hombres...».

Fortunata aseguraba que aquella costumbre suya no tenía mérito porque el trabajo le gustaba. «Eres una alhajita le decía su amante con orgullo . En cuanto a las peinadoras, todas son unas grandes alcahuetas, y en la casa donde entran no puede haber paz». Más adelante tomarían alguna criada, porque no convenía tampoco que ella se matase a trabajar.

Una mañana que me encontró sola barriendo, me pidió conversación. Yo le di... con la escoba en la cabeza; pero otra me quedaba dentro, porque ¿sabe uté? Felipe me gustaba... nada más que por el aquel que tenía... Cantaba los tangos ¡que había que oírle! Le digo a uté que había que oírle. Bailaba panaderos como un gitano de la Macarena. ¡Y luego tan guasón! Nunca se sabía cuándo hablaba formal.

Le gustaba también a este viejo embromar a la gente: decía que nada gustaba tanto a las nutrias como un periódico con buenas noticias, y aseguraba que si se dejaba un papel a la orilla del río, estos animales salen a leerlo; contaba historias extraordinarias de la inteligencia de los salmones y de otros peces.