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No, ¿por qué no? No : yo no pienso todavía en eso; me gusta, , me gusta verle pasear la calle y cuidarse de ; pero más me gusta venir acá, o que vayas a verme, y estar con Ana y contigo. Luego, Pedro Real me da miedo. Cuando me mira, no me parece que me quiere a . Yo no explicarlo, pero es como si quisiera en otra cosa que no soy yo misma.

No olvide usted las ascensiones a los Alpes para ver... los perros del Monte San Bernardo, los grandes témpanos de hielo, y otras maravillas de la Naturaleza. Allí me hartaré de una cosa que me gusta atrozmente: manteca de vacas bien fresca... Dígame, Ponte, con franqueza: ¿qué color cree usted que me sienta mejor, el rosa o el azul?

Me gusta la soledad, la vida contemplativa. ¡Qué descanso verse libre de los indiferentes! ¿Es por por quien dice usted eso? protestó Huberto. María Teresa se sonrió con malicia. No; a usted lo habría soportado muy bien algunas horas por día.

Tiene razón; le gusta el sol... Gaspar trabajará por los dos y será feliz como cuatro... Y no lo siento, al contrario... Mujeres que trabajen hay muchas, y no por eso son más hermosas; ¡pero mujeres que amen! ¡Qué suerte si se encuentra una! ¡Qué suerte! Así razonaba el buen hombre, y los días, las semanas, los meses se sucedían esperando la próxima vuelta de Gaspar.

Mire V., a no me gusta el uniforme; soy un hombre muy especial. Los primeros días, me lo ponía con entusiasmo; pero ahora ya me apesta... Además, como uno tiene que saludar a todos los oficiales, ¡y hay tantos en Madrid!...

Amiga mía dijo, tomando las manos de la joven, no me gusta oír su linda voz predecir tan lúgubres acontecimientos, ni a sus labios pronunciar tan fatídicos presagios... El sol ha vuelto a brillar, hablemos, pues, de cosas más alegres, desde que es el estado del cielo lo que inspira los temas de su conversación.

«Tía Mariposa, que la chica me gusta.» «Señá Usebia, que yo quiero ser su yernoToda la industria de las Carolinas, la Almenara y Bellasvistas presentaba a la madre sus memoriales; y ella, la muchacha, empeñada en despreciar lo más respetable del comercio, enamoricándose de un albañilillo que trabajaba cerca de la casa de sus señores. Por fin, se había salido con la suya, casándose.

Yo no, papá, contestó Nieves al punto y sin la menor traza de engañarle . Es decir: por de pronto, me gusta esto mucho, muchísimo; lo que hay es que no conozco lo otro que le parece mejor a Catana, y pudiera serlo. ¿No es así, Catana? Asín, respondió Catana, acentuando la palabra con la cabeza.

Ya sabes que a ciertos públicos no les gusta eso. El torero sólo debe torear. Pero quería mucho al banderillero, recordando su adhesión, que algunas veces había llegado hasta el sacrificio. Nada le importaba al Nacional que le silbasen cuando en toros peligrosos ponía las banderillas de cualquier modo, deseando acabar pronto. El no quería gloria, y únicamente toreaba por el jornal.

Pero, ¿qué es la curiosidad digo yo para defenderme sino el deseo de saber, de comprender lo que se ignora? A me gusta ver; y si hay una molestia o un peligro para satisfacer mi curiosidad, no tengo inconveniente en afrontarlo. Soy también patriota a mi modo, sin sentido tradicional alguno. No conozco la historia de España, y realmente no me preocupa gran cosa.