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La batalla de Lácar no hizo más que enriquecer el repertorio de las canciones de la guerra con una copla que más que para soldados parecía escrita para el coro de señoras de una zarzuela, y que decía así: En Lácar, chiquillo, Te viste en un tris, Si don Carlos te da con la bota Como una pelota, Te envía a París.

Instintivamente, sin darse el trabajo de desenmarañar los confusos pensamientos que le asaltan, ve con la imaginación á la duquesa de Delille. ¿Por qué ha abandonado el príncipe sus prudentes doctrinas?... Se acuerda, como de un pasado dichoso, de los tiempos en que florecían «los enemigos de la mujer». No han transcurrido mas que cuatro meses, y parece que sean siglos. ¡Un duelo en plena guerra... y con un oficial!... ¡Y este oficial es Martínez, su héroe!...

El «maestro» había sido movilizado por la guerra, y á la sazón hacía la cocina de un general en el frente francés.

Propuso uno de los dos Embajadores, el más antiguo en años, su embajada: que los Catalanes y Aragoneses después de hechas las paces entre Cárlos Rey de Nápoles, y Don Fadrique Rey de Sicilia, á quien ellos servian, determinaron no buscar reposo en su patria, sino acrecentar con nuevos hechos la gloria militar y fama adquirida en las pasadas guerras: que tenían para esto fuerzas bastantes en número y valor, soldados ejercitados por una larga y peligrosa guerra, Capitanes conocidos por sus victorias y nobleza de sangre; que en nombre de todos ellos le ofrecían su ayuda contra los Turcos con doblado gusto y aficion, por ocupar sus armas á favor de la casa de los Paleólogos, amigos únicos de la de Aragon, cuando sus partes estaban muy caidas, y dilatar su Imperio, destruyendo juntamente el de los enemigos del nombre Cristiano, que con tanta audacia y orgullo le querian establecer en las Provincias usurpadas al Imperio Griego.

Roberto habló con entusiasmo del regimiento, de la vida entre camaradas, teniendo la muerte á cuatro pasos. Creo en mis ideas lo mismo que antes, patrón continuó, como si adivinase lo que pensaba el otro ; pero la guerra es la guerra, y enseña muchas cosas; entre ellas, que la libertad debe ir acompañada de orden y de mando.

13 Y tuvo muchas obras en las ciudades de Judá, y hombres de guerra muy valientes en Jerusalén. 15 después de él, el príncipe Johanán, y con él doscientos y ochenta mil; 16 tras éste, Amasías hijo de Zicri, el cual se había ofrecido voluntariamente al SE

¡Oh!, ... Pensamos marcharnos pronto, porque nos llama un asunto en que está interesada toda la familia. A ser por , ya estaríamos allá. No puedo vivir en Córdoba, y menos en el estado actual de la guerra. Esto no es vivir. Si en Madrid no hubiese tranquilidad, nos iríamos a Bayona con toda la familia.

Y en todo caso, aunque esa guerra sobreviniese y aunque nos fuese adversa la fortuna, siempre sería preferible á la humillación y á la ignominia; y sobre todo, si la ignominia y la humillación resultasen inútiles y al cabo hubiese guerra, á no ser que resignadamente nos dejásemos despojar de todo. Sr. Director de El Liberal.

Si por lujo se entiende lo que yo entiendo, yo le quiero y le requiero. Y si ahora no le pido es porque sería pedir cotufas en el golfo, y porque con esta picara guerra de Cuba no está la Magdalena para tafetanes. Pero supongamos, y Dios nos oiga, que ya se acabó la guerra de Cuba y que volvemos á tener prosperidad y bienandanza.

Cuando el encuentro fué concertado hasta en los menores detalles, el capitán resumió sus impresiones con una sencillez que dió frío á don Marcos. Quedará herido uno de los dos, ó tal vez los dos. No es cosa extraordinaria. ¿Quién no está herido en estos tiempos? La cirugía ha adelantado mucho; es otra cosa que al principio de la guerra. El que no muere en el acto, se salva casi siempre.