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Pero hételo aquí, cuando no me cato, que remanece un día la melindrosa Marcela hecha pastora; y, sin ser parte su tío ni todos los del pueblo, que se lo desaconsejaban, dio en irse al campo con las demás zagalas del lugar, y dio en guardar su mesmo ganado.

12 ¿Por ventura Dios no está en la altura de los cielos? Mira la altura de las estrellas, cómo son altas. 13 ¿Y dirás : Qué sabe Dios? ¿Cómo juzgará por medio de la oscuridad? 14 Las nubes son su escondedero, y no ve; y por el cerco del cielo se pasea. 15 ¿Quieres guardar la senda antigua, que pisaron los varones perversos?

La verdad es que también en el fondo de mi corazón siento un cierto no qué, que me obligaría a guardar silencio y... ¡ cuándo os digo que el alma es un abismo insondable! Mi querido cura, veo una procesión de ideas lúgubres que avanzan hacia mi ¡Dios mío, que mal equilibrado está el hombre! «Las circunstancias, sin duda alguna, modifican las ideas.

Esta conversacion pasaba en presencia del conserje, que nos miraba con estrañeza, y que permanecia de pié, custodiando imperiosamente la entrada, como si se tratase de guardar las manzanas de oro en el jardin de las Hespérides. Mi mujer y yo nos dirigimos á un estanco, que hay á pocos pasos del edificio.

Pero apenas hubo pasado los ojos por algunos renglones, detuvo su lectura. Tropezó con el nombre de Freya Talberg. Este abogado había sido su defensor ante el Consejo de guerra. Se apresuró á guardar la carta, dominando su impaciencia. Sintió la necesidad de silencioso apartamiento y soledad absoluta que experimenta un lector apasionado al adquirir un libro nuevo.

Pero vino una ráfaga, y la barca se inclinó con rápido movimiento; Juanillo, para guardar el equilibrio, agarrose al borde de la vela, y en el mismo instante ésta se hinchó como si fuera a estallar, lanzando al laúd en una carrera veloz y empujando con fuerza tan irresistible todo el cuerpo del muchacho, que lo disparó como una catapulta.

Otra costumbre ai, i es, que quando algun Hijo, ò Hermano muere, en la casa donde muriere, tres meses no buscan de comer, antes se dexan morir de hambre, i los Parientes, i los Vecinos les proveen de lo que han de comer. Y como en el tiempo que aqui estuvimos muriò tanta Gente de ellos, en las mas Casas havia mui gran hambre, por guardar tambien su costumbre, i cerimonia; i los que lo buscaban, por mucho que trabajaban, por ser el tiempo tan recio, no podian hacer sino mui poco; i por esta causa los Indios que

Y como él es tan puntual en guardar las órdenes de la andante caballería, sin duda alguna guardará la que le he dado, en cumplimiento de su palabra.

Juan Montiño se volvía loco. Sumido se hallaba en una confusión de pensamientos á cual más descabellados, cuando una voz que resonó á sus espaldas le hizo guardar apresuradamente el brazalete y la sortija. ¡Señor Juan Montiño! había dicho aquella voz.

Y España, por su poderío militar, no es más que cualquiera de las pequeñas naciones de Europa. La pobreza económica y la escasez de población nos obligan a la humildad. Hay hoy dos categorías de ejércitos: los organizados para la conquista y los que sólo sirven para guardar el orden interior, que no son más que una gendarmería en grande, con cañones y generales.