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4 Mucho me he gozado, porque he hallado de tus hijos, que andan en la verdad, como nosotros hemos recibido el mandamiento del Padre. 6 Y esta es la caridad, que andemos según su mandamiento. Y el mandamiento es: Que andéis en él, como vosotros habéis oído desde el principio. Este tal engañador es, y anticristo.

Pilar no había gozado nunca de buena salud; era endeble, paliducha, tosía con frecuencia, sufría accidentes nerviosos, síntomas todos que se atribuyeron primero a la vida de trabajo que había llevado, y luego al estado interesante en que quedó a los dos años de casada.

Prevengamos la partida Para que el día tercero Cumpla a tan buen caballero La palabra prometida; Que yo fío dél que allí De nuestro remedio trate. JARIFA. Y cuando no haya rescate Yo daré el alma por ti. Salen ARRÁEZ y ALARA con un cordel y una daga. ARR. Vuelve esas manos atrás, Y confiésame de plano Si te ha gozado el cristiano. ALARA. Digo que hablado no más. ARR. ¿De qué suerte?

He amado mucho, he sufrido mucho, y también he gozado, que no es esta hora de mentir, ni siquiera de disimular.... Y mira, no creas que yo he sido tan malo como dicen.... Anduve por el mundo locamente y pequé y caí veces innumerables; pero otras veces, ¡también muchas!, levanté a los caídos en mis brazos, prodigué a los tristes mi corazón y mi fortuna..., fuí piadoso y noble....

Apagado el fuego de la pasión amorosa que le había arrastrado a un segundo matrimonio, padeciendo los vejámenes que éste trajo consigo, despertose en su memoria la pura felicidad que había gozado con el primero y el recuerdo de las virtudes de su infeliz esposa; el amor del hijo que le había dejado, creció en su pecho con estas dulces memorias, y la común desgracia que sobre ellos pesaba, contribuyó también a acalorar su cariño.

Era seguro que el Marqués acabaría su vida en la miseria. ¿Qué sería entonces de su hija doña Luz, huérfana, sin amparo y sin recursos? Lo peor era que la Condesa no podía socorrer a su hija mientras su marido viviese. Antes de que el Conde hubiese tenido el más leve indicio de su culpa, la Condesa había gozado de un asomo de independencia y libertad.

He desnudado las potencias inferiores de mi alma de toda imagen, hasta de la imagen de esa mujer; y he creído, si el orgullo no me alucina, que he conocido y gozado en paz, con la inteligencia y con el afecto, del bien supremo que está en el centro y abismo del alma.

PELAYO. Sancho, tente; Que siempre es consejo sabio, Ni pleitos con poderosos, Ni amistades con criados. SANCHO. Volvámonos a León. PELAYO. Aquí los doblones traigo Que me dió el Rey; vamos luego. SANCHO. Diréle lo que ha pasado. ¡Ay, mi Elvira! ¡Quién te viera! Salid, suspiros, y en tanto Que vuelvo, decid que muero De amores. PELAYO. Camina, Sancho; Que éste no ha gozado a Elvira.

Otros días, al salir de aquella casa había gozado el placer fuerte, picante, del orgullo satisfecho; el dominio de las almas, que allí ejercía en absoluto, le daba al amor propio una dulce complacencia.... Pero ahora, nada de eso. No salía contento. Había procurado abreviar la visita suprimiendo palabras en sus piadosas arengas. «Aquel idiota de don Robustiano le había puesto de mal humor.

Yo también he tenido mi cacho de orgullo y he gozado con ciertas tonterías que hoy me avergüenzan. ¡Oh, los años, las tristezas, las enfermedades, le van arrancando a una todas las ilusiones!... Lo que importa ahora, es evitar a todo trance mayores disgustos. Hace tiempo que vengo notando las atenciones del Duque con Venturita y la intimidad que ha nacido entre ellos.