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Y ahora llega por fin el trueno gordo. El título de la obra póstuma es el siguiente: Capítulos que se olvidaron á Cervantes. Ensayo de imitación de un libro inimitable.

Además, el maestro Juan Bou parecía reventar de gozo... Los oficiales no se explicaban la causa de esta alegría; unos la atribuyeron a la buena marcha del negocio de las Rifas; otros a que se había sacado el premio gordo de la Lotería.

No temáis dijo . Si cumplís bien, nada os pasará. Nada tememos contestó Martín. Fueron los tres a la cocina de la posada, y el Jabonero se mezcló entre la gente de la partida, que esperaba la cena. Se reunieron en la misma mesa el Jabonero, Luschía, Belcha, el corneta de Lasala y uno gordo, a quien llamaban Anchusa.

El otro día, tres soldados de la Academia, que vinieron con unos «parditos» a ver los gigantones, armaron un escándalo porque no les dejaban entrar por un perro gordo. ¡Como si pidiésemos limosna...! Se van muchos echando pestes contra la iglesia, lo mismo que si fuesen herejes, y en la escalera pintan con carbón cosas abominables o escriben palabras obscenas. ¡Qué tiempos!, ¿eh, Gabriel?

Vea, Garona, tiene que preparar una buena comidita para don Melchor y esos mozos, ¿sabe? decía Baldomero al dueño de casa, casa que aventajaba sin duda a la más surtida y completa de las de la misma capital, pues era hotel, tienda, ferretería, almacén, bar y... ¡botica! todo junto, bajo la conspicua dirección de su dueño, Saverio Garona, italiano gordo y bonachón que usaba alpargatas y chambergo.

Pero ella parecía no oir, manteniéndose con los ojos fijos en unas cuantas placas de quinientos francos y de mil, que era todo lo que le restaba. De repente se impacientó, y volviendo la cabeza dijo una palabra, una nada más, algo muy gordo, pero no nuevo en aquella amistad íntima que se rompía todas las semanas.

Sacrebleu, sacrebleu jura y perjura el hombre gordo y bermejo, a tiempo que se enjuga la exudación de la frente . Acércate, Nolo, que yo tengo necesidad de confiarme, y es tanto mejor de encontrar un corazón leal que de monologar. ¡Ah, mi Dios, que yo estoy cansado...! Estoy cansado de la patrona, de mi bien amada mujer. Las mujeres en mi país son ahorradoras. Yo amo a las mujeres ahorradoras, buenas manejeadoras. Pero mi mujer es ya muy demasiado ahorradora; muy demasiado, muy demasiado. Yo me encabezo en mi negocio y trabajo como un asno después de la mañana hasta la noche por ganar buena plata; pero yo amo los buenos dineros para darme buena vida y comer a mi grado. Esto es ya lo que me resta. Voil

Primero se le ocurrió encargar muchas misas al cura de San Ginés, y no pareciéndole esto bastante, discurrió mandar poner de Manifiesto la Divina Majestad todo el tiempo que el niño estuviese en París. Ya dentro de la Iglesia, pensó que lo del Manifiesto era un lujo desmedido y por lo mismo quizá irreverente. No, guardaría el recurso gordo para los casos graves de enfermedad o peligro de muerte.

764 "Deja que caliente el horno el dueño del amasijo; lo que es yo, nunca me aflijo y a todito me hago el sordo: el cerdo vive tan gordo, y se come hasta los hijos." 765 "El zorro que ya es corrido dende lejos la olfatea; no se apure quien desea hacer lo que le aproveche la vaca que más rumea es la que da mejor leche."

Diana Grey, así que se hubo ido, encendió un cigarrillo, y tendiéndose en un diván a la americana bebió su Oporto. Apercibiose entonces de que Maurescamp estaba disgustado, y para componer las cosas, le dijo, con ligero acento: Mi gordo «boy», es muy interesante el amante de vuestra mujer... tengo un capricho por él, ¿sabéis?