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Las neuralgias del resto del cuerpo son generalmente tirantes, se presentan á lo largo del dorso, en las profundidades de los miembros y en las articulaciones, particularmente en la rodilla, en la cadera, en los dedos de piés y manos, en el dedo gordo con una forma artrítica.

La cosa tiene un peligro muy gordo: porque si luego se sabe la verdad, Cristeta se lo cuenta todo a Frasquita y ésta me saca los ojos. Además, lo que debo hacer no es apartarle de Cristeta, sino todo lo contrario.

Estaba gordo, i encendióse en lo interior de manera que aun cuando no llegaban las llamas, ardian sus carnes como un tizon, i rebentando por medio se le cayeron las entrañas

El práctico comprende que aun es útil en algunos casos de gastro-atonía y en varias hemorragias de los viejos y personas debilitadas; en ciertos casos de gota irregular, aun con irradiaciones á las vísceras, cuando en el dedo gordo del pié hay dolores y rubicundez lustrosa, indicada entre los síntomas de la alúmina.

Llevaba a su afición la energía de un guerrero y la fe de un inquisidor. Gordo, todavía joven, calvo y con barba rubia, este padre de familia, alegre y zumbón en la vida ordinaria, era feroz e irreductible en el graderío de una plaza cuando los vecinos mostraban opiniones diversas a las suyas.

Volvió á aparecer la rosquilla, acompañada de estas graves palabras: «Les voy á dar los tres mil reales, y se los voy á dar ahora mismo... pero no es eso lo más gordo, sino que se los voy á dar sin intereses.... Qué tal, ¿es esto rasgo ó no es rasgo? D. Francisco exclamó Isidora con efusión, déjeme que le un abrazo.

Se había presentado a él un señorito de San Sebastián, de familia carlista, de los que llamaban hojalateros, muy gordo y muy lucio. Mire usted, don Miguel había dicho al ex escribano , yo soy muy carlista y mi familia también lo es; quisiera servir a don Carlos, pero, ya ve usted, no estoy para andar por el monte y desearía entrar en las oficinas.

Fue la condición que habían de correr una carrera de cien pasos con pesos iguales; y, habiéndole preguntado al desafiador cómo se había de igualar el peso, dijo que el desafiado, que pesa cinco arrobas, se pusiese seis de hierro a cuestas, y así se igualarían las once arrobas del flaco con las once del gordo

Sin duda, sabía muy bien que en el Petit-Club, en el inocente Baby, se jugaba gordo.

Oiga usted, amigo dijo al cabo con mal humor un presbítero que reventaba de gordo y se había quitado el alzacuello para comer mejor. ¿Es usted el encargado de las cédulas personales? Sánchez le miró estupefacto. ¿De las cédulas?... No, señor.