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Estas últimas palabras las acompañó el ayudante con un gesto expresivo, traspasando el aire con los dedos de punta, lo mismo que si los estuviese introduciendo por un cuerpo humano. Don Rosendo hizo un gesto de repugnancia, y guardó prolongado silencio. Al cabo, manifestó sordamente: Lo que sentiré es que estas malditas agujetas no me permitan tirarme a fondo. ¡Ca, hombre, ca!

La escasez de dinero, las preocupaciones de la miseria, aumentaban su debilidad. Maltrana la veía ajarse, perder la viveza de su juventud, como si la consumiese aquel ser oculto que devoraba lo mejor de su vida. También el joven experimentaba grandes crisis de desaliento. Volvía a casa con el gesto triste, se dejaba caer en la cama, diciendo que quería morir. No encontraba trabajo.

Bebió la mujer con avidez su copa, y al ver que el otro dejaba intacta la suya, pasó por sus ojos una expresión implorante. Antes de la guerra, el whisky valía muy poco; ¡pero ahora!... Sólo los reyes y los millonarios pueden beberlo. ¿Me permite usted? Hizo Robledo un gesto indicador de que la cedía su parte, y ella se aprovechó con apresuramiento de tal permiso.

Mas entre esta descreida Gente y maldito lugar, No piden para sanar, Mas para quitar la vida. Hoy en poder de sayones He visto al siervo de Dios No solamente entre dos, Pero entre dos mil ladrones. Iba el sacerdote justo, Entre injusta gente puesto, Marchito y humilde el gesto, A morir por Dios con gusto.

Unicamente la gloria de los guerreros, de los conquistadores sanguinarios, cuyos nombres son conocidos hasta en los lugares salvajes, podía igualarse con el dominio universal de la mujer. Para continuó Alicia , lo más hermoso y exacto que se ha escrito es lo del «banco de los viejos». El príncipe hizo un gesto de extrañeza, y ella continuó.

Está en la ambulancia; vea usted, allá abajo, donde brilla aquella luz. ¡Pobre hija mía! dijo Catalina ; voy a ayudarle, y así entraré en calor. Hullin, cuando vio que se alejaba, hizo un gesto como diciendo: «¡Qué mujer

Su rostro adquirió luego una expresión de burla. Supongo que te habrá cantado alguna trova nueva y divertida. Ni nueva ni divertida. Me ha cantado lo de siempre... Pero me ha prometido no darme más jaqueca. ¡Déjalo, hija mía! exclamó haciendo un gesto desdeñoso. Déjalo que se desahogue... ¡Si á no me importa!

Comprendo tu odio: no puedes olvidar el torpedeamiento del Californian... Pero debías haber denunciado á Von Kramer anónimamente, sin que él supiese de quién partía la acusación... Has procedido como un loco, como un meridional; eres un carácter arrebatado que no teme el mañana. Ulises hizo un gesto de desprecio. El no gustaba de tapujos y traiciones: su procedimiento era el mejor.

En realidad no podía usted saberlo... Nuestro Simón no había nacido entonces todavía... Se ha hecho aguardar un poco, pero de todas maneras ha sido en nuestra casa el bienvenido, ¿no es verdad, señora Princetot? La señora Miguelina parecía disgustada por la charla de su marido; su plácido rostro de mujer devota tomaba una expresión de vivo descontento y sus labios se plegaban con gesto nervioso.

Cristina sólo torcía el gesto y parecía enfadarse con el doctor cuando á éste se le escapaba alguna afirmación impía, ó cuando, sin darse cuenta de ello, se burlaba de la devoción de las señoras y de los predicadores que el entusiasmo de todas ellas ponía en boga.