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El más osado fue el ceremonioso mancebo del pelo por la frente, quien, abriéndose paso y llegando muy sofocado a la reja, dijo a la novicia, dándole ya su nuevo nombre: Hermana Juana, tengo que pedirle un favor..., que me envíe como recuerdo un poquito de azahar de la corona que llevaba... Si la madre consiente... murmuró María dirigiendo la vista a la superiora.

Dia 18. Marchamos de mañana, y llegamos á hacer mediodia en frente de la Sierra del Tandil; y habiéndose comido, caminamos y llegamos

Cuando llegaron á la plaza del mercado, se volvió aún más inquieta y febril al notar el bullicio y movimiento que allí reinaban, pues por lo común aquel lugar tenía en realidad el aspecto de un solitario prado frente á la iglesia de una aldea, y no el del centro de los negocios de una población.

Los muchachos como José Luis prosiguió Carmen sirven para distraerle a una la pena del gran amor que nos hace falta. Es muy posible que venga hoy. Hablando así la llevó a su cuarto. Se miró en un espejo, atentamente, y con la punta del peine hizo caer sobre la blancura mate de su frente una ligera mecha del fino cabello dorado.

Que vuestra brisa perfumada acaricie un instante mi frente, que el eco misterioso de vuestra voz suene todavía en mis oídos, que vuelva á ver ante mis ojos las figuras radiosas de aquellos seres que compartieron las alegrías de mi infancia. Voy á daros el beso de despedida y lanzaros al torbellino del mundo. Mi pecho se oprime, mi mano tiembla.

Hundo en el polvo la soberbia frente que, cual reto orgulloso, erguida un dia, levanté á la altura; pára asombrado el corazon valiente su latido anheloso, y la vista que ayer al sol miraba, hoy se clava en la tierra temerosa y sombría. ¿Y qué poder me aterra? ¿Qué causa hubo tan fuerte que ha vencido el salvaje valor del alma mia?

El Almirante el árbol y rendía En frente el Argentino, procurando Las fuerzas contrastar del fuerte viento, Mas él no le ha dejado con su intento.

Su casa era un centro de conspiración y un templo de arte: allí se reunían tan pronto, hombres de armas y acción, para hablar de guerra, como se reunían hombres de saber y pensamiento para hablar de «suspiros y risas, colores y notas». Más tarde, el mismo general Blanco, creyéndolo como era la verdad complicado en aquel conato de revolución de 1879, le pidió que hiciera pública protesta de adhesión al Gobierno de España, a lo que él indignado contestó: «Martí no es de la raza de los vendibles». Y fue nuevamente deportado a España, de donde se fugó al poco tiempo, pasando a París y de allí a New York, lugar en que siguió conspirando, conspiración que culminó con aquel desembarco en Cuba de Calixto García, el glorioso General de la frente horadada.

Detúvose el joven frente a las Micaelas, mirando la obra de la nueva iglesia que llegaba ya a la mitad de las ojivas de la nave principal.

Debajo de aquella frente alta y pura de estatua helénica batallaban la duda, el temor, la esperanza, el despecho. Escrutó con ansia su pasado, recordó algunas insinuaciones malévolas, bastantes palabras sueltas, muchas sonrisas que á ella le indignaban más aún que las palabras. ¡Virgen María! ¿sería cierto aquello?