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Pues bueno. Hay dos sortijas. No son mías: son del Rey de Bastos, un amigo de Rumaldo, que se las dio a guardar, y Rumaldo me las dio a . Pues... Si usted me da su palabra de desempeñarlas dentro de ocho días y traérmelas, pero palabra formal, ¡San Dios! lléveselas... Darán los diez por largo, pues una de ellas tiene un brillante que da la catarata». Poco más se habló.

Un maestro célebre le cedió la espada y la muleta en pleno redondel de la plaza de Sevilla, y la muchedumbre enloqueció de entusiasmo viendo cómo echaba abajo de una sola estocada al primer toro «formal» que se le ponía delante.

Para apreciar en su valor la verdad de estas descripciones, es conveniente no olvidar que se trata de un pueblo meridional, cuya viveza, imaginación y agudeza parecen ser patrimonio común de todos, y cuya grosería no carece de cierto ingenio. El gracioso en las obras de Lope forma ordinariamente el centro de su parte burlesca, para oponerla á la formal y seria.

Digo que viene el sol, y derrite la nieve que ha estado hecha una piedra durísima todo el invierno. Venís tan hablador como siempre, Manuel, y os agradecería que me habláseis con formalidad. Tan formal vengo, que vengo á hablaros de lo más formal del mundo. ¡Cómo! yo creía que veníais porque os llamaba.

Y agarrado a la reja se expresaba con tal vehemencia, que parecía querer meter su cara por entre los hierros buscando la de María de la Luz. Quieto, ¿eh? dijo la muchacha con risueña amenaza. A ti que te voy a picá yo, pero con una horquilla del moño, si no te estás quieto. Ya sabes, Rafaé, que no me gustan ciertas bromas y que salgo a la reja porque me prometes que serás formal.

En esto estaba ya para dormirme, a lo cual había contribuido no poco el esfuerzo que había hecho para componer mi elogio de modo que tuviera trazas de cosa formal; pero Dios no lo quiso así, o a lo que yo tengo por más cierto, un amigo que me alborotó la casa, y que se introdujo en mi cuarto dando voces en los términos siguientes, u otros semejantes: ¡Vamos a las máscaras, Bachiller! me gritó.

Oiga usted, Amparito, si usted se metiese monja, yo quisiera ser vicario. Pues yo quisiera que usted fuese un poco más formal, Suárez. ¡Cuántos ratos de compañía había de hacerle!... Lo peor es la reja... ¿No se quita la reja para el vicario?... Calle usted, malvado; mire que es pecado hablar así en este sitio.

No me ha ocurrido un solo instante dudar de tu bondad ni de la de Marta. Sin embargo, para tranquilizar a Lacante, envíame en seguida una aceptación formal. Elena al Padre Javalieux. 24 de diciembre.

Ahora soy hombre formal, y voy a comprar mulas para venderlas a la Artillería; hombre de negocios, hombre que se puede poner delante del rey, , señor; porque es un hombre que paga la contribución, un hombre de orden, de ley, que no gusta de oír hablar del roío pueblo ni de la roía revolución; un hombre, en fin, más honrado que Dios, más caritativo que la roía Biblia».

Leonora, insensible a la curiosidad, sin reparar en los centenares de ojos fijos en ella, seguía hablando de sus asuntos. Beppa se había quedado con la tía, y ella con su hortelana y otra mujer, que aguardaban a pocos pasos con grandes cestas, había venido a comprar un sin fin de cosas, cuya enumeración la hacía reír. Ahora era persona formal; señor.