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Parece guardar un terrible secreto: brotan de sus ramas rumores sordos y después se extinguen para renacer de nuevo, como el murmullo lejano de las olas. Arriba es, en las copas, donde el ruido se propaga; abajo todo está inmóvil, impasible y siniestro. Las ramas, cargadas de negro follaje, se inclinan hasta el suelo, y estremece el pasar bajo aquellas bóvedas sombrías.

Sentada allí, entre el follaje, estuve pensando en ; pero con muchas ganas de llorar.... Era ya muy tarde; bajé, y a la bajada, corté muchas flores, y como no puedo mandártelas, elegí un helecho que va dentro de esta carta. Lleva una cosita... ¿a qué adivinas?

Las habían recogido juntos, y al hacerlo sus manos trémulas y ávidas se encontraron entre el follaje. ¡Eh... dejar algunas! les gritaba inútilmente Ana. Amparo comía sin saber qué, por refrescarse la boca, donde notaba sequedad y amargor. Borrén miraba el grupo paternalmente, con ojos lánguidos de carnero a medio morir. La Tribuna pedía cuentas; Baltasar estaba por todo extremo obediente y cortés.

Cuando es plenilunio, entro en el boscaje, de ensueños poblada la imaginación, y bajo la sombra del tibio follaje me siento muy niño, más cerca de Dios. Es la confidente de mis hondas cuitas la luna que argenta mi amado jardín, y me habla de aquellas prestigiosas citas que tuve con ella en un mes de Abril. Los recios flabelos de los cocoteros meciendo mi sueño, cantan sin cesar.

En ciertos parajes los árboles entrelazaban sus copas, y el brillante sol penetraba por entre el follaje, yendo a reflejarse sus rayos sobre las rumorosas y agitadas aguas, produciendo un lindo efecto. Según el registro, el lugar debía quedar en campo abierto, puesto que el sol brillaba sobre él durante una hora del mediodía, el cinco de abril y dos horas el cinco de mayo.

Las sombras eran intensas; los campos y los bosques estaban cubiertos de tiniebla; pero ya una claridad dudosa temblaba en el horizonte; la aurora iba muy luego a aparecer y a llenar el espacio con la luz dorada de una mañana espléndida. En aquel momento, el follaje de las encinas verdes se abría detrás de la casa de Andrés, el guardabosque.

Por dentro era muy distinta. El patio magnífico, con arquería de mármol primorosamente labrada: en el centro había un jardincito y por entre el follaje veíase blanquear una fuente monumental de mármol y se escuchaba el rumor del agua. Por una puerta de cristales columbrábase, tras larga y oscura galería, otro patio y jardín.

La pareja se escondió bajo la bóveda no muy alta de una galería de perales franceses en espaldar. La luna atravesaba a trechos el follaje nuevo y sembraba de charcos de luz el suelo a lo largo del obscuro camino. Mayo se despide con una espléndida noche dijo Ana, apoyándose con fuerza en el brazo de su marido. Es verdad; hoy se acaba Mayo. Mañana Junio.

Tan modernas son estas edificaciones, que la madera de que están construidas, todavía verde, se dilata con voluptuosidad a los primeros efluvios de la primavera. Bajo el barniz de muñeca se siente circular la savia, y uno hombre urbano y prosaico teme que las puertas se le cubran de follaje y que los pájaros vengan a hacer sus nidos en el pasillo.

Al cabo de algún tiempo de dar vueltas y más vueltas sin saber por dónde andaba, con el cerebro encendido y el cuerpo convulso, al atravesar por uno de los parajes más recónditos del parque oyó detrás de un seto la voz y la risa de persona conocida. Asomó la cabeza por encima del follaje y pudo ver a sus amigos Cirilo y Visita sentados en un banco.