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Era una oreja del toro, que enviaba el matador como testimonio de su brindis. Al terminar la fiesta se había esparcido ya por la ciudad la noticia del gran éxito de Gallardo. Cuando el espada llegó a su casa le esperaban los vecinos frente a la puerta, aplaudiéndole como si realmente hubiesen presenciado la corrida.

21 Sino que se despidió de ellos, diciendo: Es necesario que en todo caso tenga la Fiesta que viene, en Jerusalén; mas otra vez volveré a vosotros, queriendo Dios. Y salió de Efeso. 23 Y habiendo estado allí algún tiempo, salió, andando por orden la provincia de Galacia, y Frigia, confirmando a todos los discípulos.

A Feli le parecía el ábside un salón de baile alumbrado con luces de colores: creía que todos los muertos, con trajes vistosos, sonrientes y sin infundir miedo, iban a mostrarse para intervenir en la fiesta. Los pájaros piaban en el inmediato jardín o revoloteaban bajo las arcadas, como atraídos por la hermosa iluminación.

Las causas por las cuales se queda una «planchando» son muy variadas, y es difícil señalarlas todas. Desde luego, muchas veces tiene la culpa la dueña de casa donde se realiza el baile. La función de la dueña de casa requiere una gran actividad diplomática, a fin de que todas las señoritas que asisten a la fiesta sean atendidas y obsequiadas.

Se coloca la vajilla en los aparadores, se cuelgan lámparas, se descuelgan las sillas y sofás, que de ordinario las tiene suspendidas en el techo, se clasifican, como Dios les da á entender vinos y conservas, y se pone á pública exhibición la saya que ha de lucir la capitana en la misa nang varas, y la que ha de ostentar en el primer rigodón oficial de la fiesta de la aniyaya nang bayan.

Os habéis perdido y perderéis á vuestro sobrino le dijo ; y todo por vuestra avaricia. Tengamos la fiesta en paz, señora María; ni yo me he perdido ni trato de perder á nadie, y con esto quedad con Dios, que yo sólo venía por mi sobrino, y no habiéndomelo llevado me voy á la cocina. Bien haréis en estar en ella, y en no perder de vista las cacerolas, y en ver quién anda con ellas.

Su principio, representando la fiesta de los indios en el templo del Sol de Copacavana, es magnífico. Los himnos de los sacerdotes de los ídolos son interrumpidos por los cañonazos, que anuncian la llegada de la flota de Pizarro.

Leídos el jueves siguiente á dicha fiesta de la Asunción, en la abadía de Belmonte, ante el reverendo abad Fray Diego de Berguén y la comunidad reunida en capítulo.

Muchas noticias relativas á este punto nos suministran las relaciones de viajes. En la India, al celebrarse el Ram-Lila ó fiesta de Rama, se lee ó leía el poema de Ramayana en las plazas públicas de las ciudades, mientras representaban los actores en muda pantomima los sucesos más notables á que aludía.

Era el 24 de Setiembre. Una gran novedad, una hermosa fiesta había aquel día en la Isla. Banderolas y gallardetes adornaban casas particulares y edificios públicos, y endomingada la gente, de gala los marinos y la tropa, de gala la Naturaleza a causa de la hermosura de la mañana y esplendente claridad del sol, todo respiraba alegría.