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El agua de las lágrimas bailaba en las pupilas de sus ojos azules, en que se mezclan la vivacidad y la ternura. Aceleré cuanto pude el fin de la fiesta. Quería librar mi casa de aquella atmósfera de majadería. Los cipreses acabaron por serme molestos. No veía la hora de verlos desfilar a la calle.

El uno se lo dio en el Casino; el otro, al salir de misa mayor al día siguiente, que era de fiesta, es decir, el día mismo del convite.

Murió el 4 de junio de 1336 en Estremoz, habiendo ido á visitar al rey su hijo, para solicitar su acomodamiento en las diferencias que tenia con el rey de Castilla y su venerable cadáver se llevó al monasterio de Coimbra que habia fundado. El papa Leon X autorizó su rezo y fiesta en Coimbra el dia de su entierro que fué el 13 de julio.

Para Juan era una fiesta ir a pasar los domingos y los días festivos en el antiguo hotel de los Aubry de Chanzelles, situado en la calle Vaugirard, frente al jardín del Luxemburgo. Pero el principal atractivo que encontraba allí, era la presencia de los niños de Aubry, Jaime y María Teresa.

A los trece del pasado el Duque de Lerma hizo á Sus Magestades una grande fiesta en el cuarto, donde pasa en Palacio en ciertos aposentos y galerias que tienen alli muy buenas.

A los postres llegaron algunas otras personas del Escorial y de la colonia de Madrid, entre éstas los duques del Real-Saludo y la marquesa viuda del Lago. Había acudido ésta a la fiesta con su padre. Doña Eugenia no había podido venir por hallarse un poco indispuesta.

Todos los domingos llevaba Catalina a la aldea de Tiefenbach una cesta, que llenaban aquellos buenos aldeanos de patatas cocidas, pedazos de pan y, algunas veces los días de fiesta , de tortas y otros restos de sus festines. Entonces la pobre mujer, casi sin aliento, volvía a la cueva cantando y riendo muy ufana y cogiendo de los cercados lo que a su alcance estaba.

Dedicamos algunas páginas anteriores á la gran fiesta religiosa del «Corpus Christi» y ahora vamos á tratar de otras profanas de que nos dan noticia los documentos de nuestros Archivos, en los cuales se reflejan las costumbres de los tiempos, viéndose por las notas que vamos á consignar cómo se fueron modificando, hasta cambiar por completo, los gustos, aficiones y tendencias populares.

Cada año os haré una fiesta Por señal de mi alegría. ¡Oh bien sufrido tormento! ¡Oh bien lograda esperanza, Bien fundada confianza, Bien nacido pensamiento! Alegres pesares míos, Discreta y justa porfía, Cuerda y famosa osadía, Venturosos desvaríos.

Me preguntó si habías escrito, si no habías estado enfermo, cuándo llegabas, a qué hora, si el regimiento pasaría por la aldea... Es inútil, padrino, que busquéis todos esos recuerdos. No, no es inútil... ¡Estaba tan contenta, considerábase tan feliz al pensar que iba a volverte a ver! La comida de esta tarde era una gran fiesta para ello... pensaba presentarte a su cuñado, que vino con ella.