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Estos caprichos de la luz han sido una mina inagotable para los sacerdotes. También las Venus de otros tiempos cambiaban la expresión de su cara, riendo o llorando a gusto de los fieles, como una imagen cristiana.» Y pensó largo rato en el milagro, invención de todas las religiones, y tan antiguo como la ignorancia y la credulidad humanas. Obscureció.

Una sonrisa sarcástica se dibujó en sus labios; aquella noche tenían ellos el banquete en la pansitería para celebrar la muerte de la Academia de Castellano. ¡Ay! suspiró; como los liberales en España sean cual los tenemos aquí, ¡dentro de poco la Madre Patria podrá contar el número de sus fieles!

Pasó largo rato; terminóse aquella misa y salió después otra, y poco a poco fueron desapareciendo los fieles, quedando al fin sola la Albornoz, arrodillada delante, sin poderse sostener apenas, caída la cabeza, cruzadas las manos, imagen viva de la humildad aniquilada ante la misericordia.

Por el estudio de la Historia Eclesiástica mas limada se echa de ver, que quantas blasfemias, y sátiras trae contra la Religion Christiana, son antiguos errores combatidos de los Padres, y olvidados de los fieles.

Y levantando el rostro al cielo, pidiendole su ayuda, se arrojó con su caballo en medio de los nuestros. Siguieronle hasta ciento de los más fieles, y por un grande espacio puso la victoria en duda; tanto puede en semejantes ocasiones la persona del Príncipe que se aventura. Hirió á muchos y mató á dos.

Para tranquilizarse a mismo quería explicar el cambio radical de su vida. Me retiré, Fermín, y no me arrepiento. Aún quedan muchos de los que fueron mis compañeros de miserias y entusiasmos, que siguen fieles al pasado con una consecuencia que es testarudez.

Que él se apresuró a darlas no hay para qué decirlo, y que estas pruebas consistieron en una delación circunstanciada de todo lo ocurrido en dos años en casa de D. Felicísimo, fácilmente lo comprenderá quien haya penetrado, por estas fieles relaciones nuestras, aquel carácter adornado de todas las virtudes de la serpiente.

No te pido amor, te pido amistad, cierto cariño que no niegan los esposos menos fieles a su mujer. Y tampoco les niegan un asilo. Yo no puedo vivir en tu casa; pero puedo vivir en tu pueblo. A lo menos por algún tiempo: déjame ir. Ahora necesito descansar. Estoy enferma por dentro, por muy adentro. Desquiciada. Necesito ver caras amigas.

Penetró esta también en la santa casa y subió al famoso santuario, lleno en aquel momento de fieles de todas clases, mezclados y confudidos el señor y el labriego, la dama y la casera, con ese aire de confianza, esa perfecta igualdad que muchos pregonan y sólo se comprende y se practica en el santo templo de Dios.

¿Cómo fué el conseguir Abde-r-rahman tan grande sacrificio de los Cristianos? ¿Cómo el resolverse estos á abandonar su basílica principal á los Mahometanos? ¿No habian sido aquellos santos muros testigos de sus promesas y juramentos en las épocas solemnes de la vida? ¿No habian ellos escuchado sus votos, los votos de sus hijos y los de sus esposas al recibir los divinos Sacramentos? ¿Por ventura les era ya indiferente ver profanada aquella tierra que santificaban las preciosas reliquias de sus mártires; removida la pila bautismal que les habia abierto la entrada al gremio de los fieles; derribado el santo tabernáculo que constante y amoroso habia habitado el mismo Jesucristo trasustanciado en pan de vida eterna; despojada, desnuda y despedazada, por fin, el ara santa donde diariamente desde pequeñuelos, ellos, sus padres y sus abuelos, habian presenciado el Santo Sacrificio de la Ley? ¿Era posible que no tuviesen apego y cariño al baptisterio donde al nacer habian recibido la blanca vestidura de la inocencia y las armas de soldados de Cristo, al altar ante el cual se habian desposado, á todo aquel recinto, en fin, centro de su vida moral, donde habian aprendido á orar y á merecer, donde habian temido y esperado, entonado himnos y vertido lágrimas de amor y de penitencia? «Solo Dios omnipotente lo sabediremos nosotros segun la costumbre de los historiadores árabes cuando no aciertan á darse razon cabal de alguna cosa.