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El Magistral, que no había dormido aquella noche, que esperaba noticias de Ana con fiebre de impaciencia, dio media vuelta como un recluta; era la primera vez que el puñal de Glocester, aquella lengua, le llegaba al corazón.

Las personas son frioleras, el frio se hace penetrante cuando sobreviene la fiebre, y recorre rápidamente el cuerpo; hay calosfríos, temblor general, y los piés y manos están helados.

¡Cómo debían odiarle aquellas gentes!... Estaban lejos, y no obstante adivinaba su nombre sonando en todas las bocas. En el zumbar de sus oídos, en el latir de sus sienes ardorosas por la fiebre, creyó percibir el susurro amenazante de aquel avispero.

Algún tiempo después se sintió la virreina atacada de esa fiebre periódica que se designa con el nombre de terciana, y que era conocida por los Incas como endémica en el valle de Rimac. Sabido es que cuando, en 1378, Pachacutec envió un ejército de treinta mil cuzqueños a la conquista de Pachacamac, perdió lo más florido de sus tropas a estragos de la terciana.

Se ve seguir á la poblacion una progresion bastante rápida durante algunos años consecutivos; pero una peste de viruelas ó alguna fiebre eruptiva destruyen en pocos meses semejantes adelantos. El estado siguiente demostrará estas grandes variaciones. Para cada nacimiento, 0 82 fallecimientos. Número seguramente mayor que el de los años regulares de Moxos. Un fallecimiento para 1 8 de nacimiento.

El calor es escesivo y con sed, agravado por el menor movimiento; el sudor es de los mas copiosos, y el calor que le sucede de nuevo, pone fin al acceso. Estas especies de accesos de fiebre sobrevienen ordinariamente por la tarde y el sudor tiene lugar durante la noche.

Y me despido hasta mañana, porque ya es tarde y me voy a dormir. ¡Buenas noches... o buenos días! Los labios de don Fernando parecieron desplegarse en el retrato, mientras en la misma habitación decía vagamente una voz engolillada: Dios te ayude, hijo mío. Al oír esta voz, estremeciose Pablo, alarmado. Debo de tener fiebre pensó.

Existen en esta época de la fiebre algunos síntomas característicos que pueden conducir al uso de acónito, como la sequedad y el ardor de la lengua y de la boca que disten de la fuliginosidad, las exacerbaciones nocturnas, el sudor en las partes cubiertas, sensacion á veces de frio interno, al que sucede otra sensacion de calor vivo; la sequedad de las membranas mucosas es muy pronunciada, las orinas sedimentosas, sed ardiente, pulso tirante y algunas veces pequeño y frecuente.

Habria, pues, ligereza al tratar de comparar estos accesos de fiebre observados en tísicos en el último período, y para los cuales no hay lucha posible.

Al pronunciar estas últimas palabras, el rostro de Doña Blanca tomó una expresión sublime de dolor; sus mejillas se tiñeron de carmín ominoso como el de una fiebre aguda; dos gruesas lágrimas brotaron de repente de sus ojos.