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No transijo, pues, con nada que sea apropiarse lo ajeno, ni con mentiras que dañan al honor del prójimo, ni con nada que sea vil y cobarde; tampoco transijo con menospreciar la disciplina militar: en esto soy muy severo; pero en todo aquello que se relaciona con el amor, la dignidad consiste en guardar el decoro... porque no me entra ni me ha entrado nunca en la cabeza que sea pecado, ni delito, ni siquiera falta, ningún hecho derivado del amor verdadero.

Después de los esplendores de unos esponsales dichosos, vienen los faustos de la boda, completados por los gastos del viaje obligatorio... Los jóvenes que poseen pocos bienes, hacen las cosas tan regiamente como aquellos cuya fortuna está sólidamente establecida... Hace falta voluntad y energía para resistir a la corriente de los placeres y arreglar los gastos de tal modo, que se salve el equilibrio del presupuesto, conservando las apariencias de una vida acomodada... ¿Cree usted que las jóvenes modernas ven bien ese grave aspecto del matrimonio?...

Quince faltas voluntarias de asistencia, continuaba el catedrático; con que no te falta más que una para ser borrado. ¿Quince faltas, quince faltas? repetía Plácido aturdido; no he faltado más que cuatro veces y con hoy, cinco, ¡si acaso! ¡Júsito, júsito, señolía! contestó el catedrático examinando al joven por encima de sus gafas de oro.

La pobre no entendía jota del «arte amatorioni era capaz de ver el doble fondo de las acciones humanas. Tenía diez y siete años; el alma, como si no hubiese cumplido los catorce. La ignorancia, la falta de trato y la vida constante de trabajo habían cubierto los gérmenes de delicadeza artística, de admirable penetración que en toda mujer existen, y les habían impedido brotar.

A falta de otro mérito superior, la presente obra será notable por la expresion ingénua con que será escrita. Si hay algun aliño en lo que escribamos, será el que buenamente salga á nuestro encuentro. Nosotros no hemos de buscar otra cosa que procurar decir, en la forma más fácil, lo que veamos, lo que sintamos y lo que pensemos.

Que no paso por esta cuenta; que á me falta dinero ... y que me falta, ¡ea! ¡Malos tiburones te coman! Yo no de qué te ha servío tanto como has rodao por el mundo, que toavía no sabes contar los deos de la mano. ¿Qué es lo que te falta ahora? Me falta, me falta ... yo no cuánto, pero me falta dinero.

La falta, no obstante, de sonoridad y nobleza en los nombres, y de altos recuerdos históricos en los sitios, está más que compensada por la espléndida pompa y por la gala inmarcesible que la fértil naturaleza despliega allí y difunde por todos lados. Nuestro mayor recreo campestre era ir a caballo a la Tejuca, con la fresca, casi al anochecer.

En ésta que se hallará todo lo que se acertare a desear en la más apacible; y si algo bueno en ella faltare, para tengo que fue por culpa del galgo de su autor, antes que por falta del sujeto.

Bien sabe usted que me ha dicho que Jenny Hawkins era Juana Baud... No puede usted salir de este paso sino por la franqueza. Si ha cometido una falta, explíquela sin reticencias, pero no trate de negar, porque es inútil. Cada paso que ya en esa vía, le perderá más seguramente...

Nada le falta: pagamos un médico acaso superior a nuestros recursos; mamá o Leo van en persona a la botica; no se escatima receta, por cara que cueste; con la mayor puntualidad se le da cuanto ha de tomar... y lo que vale más, respira una atmósfera de ternura y cariño que echarán de menos muchos más afortunados. Ahora tengo esperanzas de poder sacarle a paseo algunas tardes en un simón.