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Un hombre como , tan distinto de mi clase... Yo, que no he pisado alfombras más que en escena... No tendríamos perdón de Dios: yo, por vanidosa; , por creer que es amor eso... que es otra cosa. ¿Y qué es? preguntó Juan con extraordinaria vehemencia. Cristeta se puso roja como la grana. ¿Lo ves? añadió él . Hasta te da vergüenza lo que se te ocurre.

Ya la cualidad de extranjero, y aun la menos extraordinaria de forastero, era para Bonifacio muy recomendable; no ser de su pueblo, de aquel pueblo mezquino donde habían nacido él y su mujer, constituía una ventaja; ser de muy lejos era una maravilla.... El mundo... el resto del mundo ¡debía de ser tan hermoso!

Cinco dias despues de tan relevante hecho de armas, con el cual podia darse ya por asegurada la libertad de la República colombiana, el celebérrimo caudillo caraqueño entró en su pueblo natal, donde una vez mas fué acogido con extraordinaria y completa ovacion.

No se dice: Tal mujer no se casó porque no quiso. No. Se busca, se comenta y se considera que algo sobrehumano protegió una determinación que todos califican de extraordinaria.

Es verdad dijo el padre Aliaga ; vos no os llamáis Margarita, pero ese mismo nombre tenía una infeliz á quien os parecéis como vos misma cuando os miráis al espejo. ¡Oh Dios mío, qué semejanza tan extraordinaria!

El romance, casi siempre de índole narrativa, se declama con tal ligereza y rapidez, que nunca cansan, por largos que parezcan, y sus períodos complicados, interrumpidos con frecuencia por incisos, pasan con viveza extraordinaria.

Por otra parte, tanto en el café como en los saloncillos de los teatros, había tenido ya más de un rozamiento, alguna disputa agria que no había terminado en el campo del honor por milagro. Acaso no fuera milagro, sino el temor que inspiraba la misma violencia de Tristán y su extraordinaria habilidad en la pistola, ya conocida de algunos.

Miguel, que esperaba una revelación extraordinaria, algo monstruoso, digno de aquel pasado de locuras, no pudo contener su sorpresa: ¡Tu hijo! Ella movió la cabeza: «, mi hijo.» Y siguió hablando con los ojos bajos, siempre en un tono de penosa confesión.

Indudablemente, ¡cosa extraordinaria! sin embargo de ser Paris una ciudad tan iluminada, tan brillante, tan prodigiosamente espléndida, sin embargo de ser un coquetismo tan fastuoso y deslumbrador, no nos inspira poéticamente, como nos inspira cualquier ciudad de España, de Italia, de Suiza, de Grecia, de Oriente; como nos inspiran tambien los caseríos del Norte, dejándonos ver entre rocas y nieves sus chozas húmedas, cubiertas de limo verdoso, que como si fueran peñascos negros, parecen estar incrustadas en las laderas de un monte sombrío, ó quizá en los bordes de un abismo insondable.

Por una preocupación extraña, doña Manuela creía preferible que Rafaelito y hasta sus mismas hijas tuviesen conocimiento cíe su deshonra, antes que aquel buenazo, vivo retrato de su padre, para el cual cualquier impresión extraordinaria era la muerte.