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Y luego añadió quedamente, como si el dolor empañase su voz , ¡aquella infeliz mártir que murió de vergüenza, mi pobre mujer, que se fue del mundo por no ver mi dolor ni sufrir el desprecio de los demás...! ¿Y quieres que yo olvide esto...? Además, Gabriel, yo no expresar lo que siento tan bien como . Pero el honor... es el honor.

«La comision tiene la honra de proponer á la Academia: «1° De expresar al señor de Orbigny su alta satisfaccion por el número y la importancia de los materiales y de las observaciones que ha traido de su viage; «2° De declarar que seria utilísimo para la ciencia el que los resultados de este viage se publicasen;

¡Ah, Cervantes!... ¡Ya! exclamó D. Nemesio abriendo mucho los ojos para expresar que no era insensible a este nombre. Y luego, encarándose conmigo, me preguntó con interés: Cervantes era un hombre muy despejado, ¿verdad? No, señor respondí bruscamente, echándome a dormir y tapándome con la manta. Comenzó a clarear el día en Despeñaperros.

Por consiguiente, una considerable suma de pesetas vale más que los arrojos de Edgardo y que las bizarrías de D. Suero. Es evidente que el pobre, aunque puede amar, no puede expresar su amor de un modo tan claro y tan brillante como el rico. Así es que los ricos suelen ser más amados que los pobres, aun por las mujeres desinteresadas.

Y al hablar de cristianos que profesan hoy aquella ley bárbara, no me refiero á hombres vulgares, sino á personas ilustradas y fervorosas. Yo no puedo expresar cuánto me amarga esa inconcebible y lastimosa contradiccion. No se comprende cómo esos hombres viven en el mundo, ni cómo han leido la historia.

Tal vez hubo en sus palabras una cierta obscuridad que impidió á la buena viuda comprender exactamente la idea que Dimmesdale quiso expresar, ó quizás ella las interpretó allá á su manera.

Según estos testigos, dignos del mayor respeto y consideración, el ministro, que tenía conciencia de que estaba moribundo y también de que la reverencia de la multitud le colocaba ya entre el número de los santos y de los ángeles, había deseado, exhalando el último aliento en los brazos de la mujer caída, expresar ante la faz del mundo cuán completamente vano era lo que se llama virtud y perfección del hombre.

Se notaba en sus palabras, en las imágenes con que pretendía expresar el entusiasmo por su propio cuerpo. El orgullo de su belleza era inmenso. ¿Qué valían las ambiciones perseguidas por los hombres, comparadas con la satisfacción de verse hermosa y deseada?

No sabía qué decir; su alma simple parecía recogerse humildemente, no encontrando palabras para expresar sus pensamientos. Jaime continuó su camino. Al volverse repetidas veces vio a Margalida, de pie bajo el porche, siguiéndolo con visible ansiedad.

Es que quisieron venir, te digo. He aquí lo que debe esperarse de esta canalla del Bar. Una carcajada homérica siguió a esta desgraciada manifestación. En este momento, sea que fuera oída la risa en la cocina, o que la iracunda compañera del viejo hubiese apurado todos los restantes modos de expresar su desprecio e indignación, lo cierto fue que cerraron una puerta trasera con gran estrépito.