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Los que hayan salido con bien pueden gloriarse de tener suerte. exclamó Marcos Divès riendo ; yo veía llegado el momento en que Materne iba a tener que tocar llamada; sin los cañonazos de última hora, a fe mía, la cosa tomaba mal cariz.

¿Me promete usted casarse conmigo? murmuró la inocentona de la oradora política. ¡, vida mía! exclamó él sin fijarse casi en lo que le preguntaban, pues estaba resuelto a decir amén a todo. Pero Amparo retrocedió. ¡No, no! balbució trémula y espantada . No basta hablar así... ¿me lo jura usted? Baltasar era joven aún y no tenía temple de seductor de oficio.

¿Qué dicen en mi casa?... ¡Yo mismo no lo !... No he podido entender claramente lo que pensaban mis hermanos, hablando todos al mismo tiempo... Parece que creen que eres un mito... Terriblemente indignado, exclamó Pérez, después de un breve juramento de cuartel: ¡Yo un mito!... ¡Un mito yo!... ¿Y quién se atreve a decirlo, quién?...

Lo mismo en casa de Anguita que cuando nos tropezábamos en la calle, charlábamos como buenos y antiguos amigos; tanto, que una vez, que confidencialmente reíamos en un rincón, exclamó Pepita, al cruzar por nuestro lado: ¡Tiene grasia! Hase poco querían ustedes matarse, y ahora... Y ahora noz estamo dando la lengua, ¿verdá, prenda? replicó Daniel con su inveterado cinismo.

La pondré en ese cuartito que está junto al mío. ¡Pobre Nela! exclamó el médico . No puede usted figurarse el interés que siento por esta infeliz criatura. Alguien se reirá de esto; pero no somos de piedra. Lo que hagamos para enaltecer a este pobre ser y mejorar su condición, entiéndase hecho en pro de una parte no pequeña del género humano.

Ramiro, cuya herida comenzaba a guarecer, hallábase sentado junto a la ventana que abría sobre el valle. El hombre entró lentamente y se detuvo ante él. Por primera vez le veía llegar con espuelas. Era lo único que denunciaba para el oído su andar silencioso. Melancólica arrogancia ennoblecía todo su porte, y sus gestos eran varoniles y refinados. Voy a dejarte exclamó.

Pablillos habíale tomado ya el sombrero y los guantes y, al quitarle la capa, exclamó como espantado: ¿Hanle robado a vuesa merced la cadena? ¡Vive Dios! Fuese la soga tras el caldero, Pablillos. ¿La jugó también vuesa merced? Juguela. ¿Vuesa merced ha perdido entonces todo su caudal? Todo. ¡Ah, cuánta desgracia! ¿Y cómo habré de comprar las provisiones para mañana y los días venideros?

¡Jesús, hija, qué mal olor! exclamó deteniéndose a la entrada . ¿Qué has quemado?... Si huele aquí a infierno... Currita se puso muy seria, muy enfadada, y hasta un poco pálida. Mira, Fernandito, no digas tonterías... No me gustan bromas con las cosas del otro mundo. Y como si fuese cosa de él, volvió a lanzar otra mirada furtiva y medrosa a la imponente cabeza de fray Alonso.

Entonces, yo creía despertar de un sueño, y me encontraba solo con mi amigo el capitán de barco, orgulloso de , como el que exhibe un tigre aprisionado. ¡Infame! exclamó Blasillo.

Pues a recoger la bellota profirió rotundamente después de haberse gozado en tenerlos unos instantes suspensos. ¡Celipe, Celipe, no seas burro! exclamó el tío Leandro con acento severo. ¡Anda! replicó Felipe encrespándose . ¡Pues poco que se recreaba el amo el día de San Eugenio viéndonos cargar con los costales llenos y emborrachándonos dimpués!