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Esto de la paternidad y del respeto filial eran para el Capellanet en aquellos momentos invenciones de cobardes, creadas únicamente para fastidiar y envilecer a los hombres de corazón.

Sin embargo, aquella interminable planicie casi negra, cobijada por un cielo azul y limpio, é inundada de luz por un sol alegre y esplendoroso, no carecía de encanto y grandiosidad, á causa de su misma sencillez. Hacía un día hermosísimo, un verdadero día español, y esto lo embellece todo.

26 Y si decimos, de los hombres, tememos al pueblo; porque todos tienen a Juan por profeta. 27 Y respondiendo a Jesús, dijeron: No sabemos. Y él también les dijo: Ni yo os digo con qué autoridad hago esto. 28 Pero, ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y llegando al primero, le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña. 29 Y respondiendo él, dijo: No quiero; mas después, arrepentido, fue.

Sebastián, que tantas veces había contemplado a su espada ensangrentado y herido, sin perder por esto la serenidad, sentía ahora la angustia del miedo viéndolo inerte, con una blancura verdosa, como si estuviese muerto. ¡Por vía e la paloma azul! gimoteaba . ¿Es que no hay médicos? ¿Es que no hay nadie?

Forma de la Tierra=. En los países llanos, ó bien en la superficie del mar, parece que la forma de la Tierra es plana; en las regiones montañosas ó accidentadas, aquella forma se nos antoja completamente irregular. Pero esto no es más que una apariencia, dependiente de que la vista no puede abarcar, en cada punto, más que una pequeñísima parte de la superficie terrestre.

Cuando en compañía del que fue primer Presidente de nuestra República, ya constituida en definitiva y reconocida por todas las naciones, don Tomás Estrada Palma, en los últimos tiempos de la revolución, en la época en que en el puerto de la Habana voló el acorazado americano «Maine», hice yo un viaje a Tampa y Cayo Hueso, esto llamó profundamente mi atención.

Hagámoslo sensible con algunas aplicaciones. El pobre ignorante no tiene ninguna idea de lo que sabe el que mas ni el que menos, ni del grado de la ciencia, ni de la ciencia misma, pero tiene en general las ideas de grado, de mas y de menos, así como la de conocimiento; pues bien, esto le basta para hablar sin contradecirse, ni confundirse, de la mayor ciencia del uno y de la menor ciencia de los otros, y aun para resolver con acierto las cuestiones que se le ofrezcan sobre la ciencia de aquellos individuos, en cuanto se hallan contenidas en la idea general de que la ciencia de uno es mayor que la de todos los otros juntos.

Nada de esto merece contarse; pero lo merece muy mucho el fenómeno de que D. Felicísimo vio las paredes del cuarto dando vueltas en torno suyo, primero con lento giro, después con rapidez mareante.

28 Y le dijo: Bien has respondido; haz esto, y vivirás. 29 Mas él, queriéndose justificar a mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo? 30 Y respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó entre ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto.

Tantas cosas hizo, que a la postre el bueno del Papa, que se sentía envejecer, le confió el cuidado de vigilar la cuadra y llevar a la mula su ponche de vino a la francesa; lo cual movía ya a risa a los cardenales. Tampoco era esto cosa de risa para la mula.