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La fábula en que se funda La dama presidente, de Leiba, esto es, la de una señora que, disfrazada de hombre, llega á adquirir la importancia suficiente para transformarse en juez de las faltas de un marido celoso con una amante infiel, ha sido desenvuelta dos veces por Lope de Vega en El alcalde mayor y El Juez en su misma causa.

La mina puede producir, cambiando los hornos, construyendo algunas vías y estableciendo maquinaria a propósito, una mitad más de lo que actualmente rinde. Puede llegar a producir sesenta mil frascos de azogue. El dinero necesario para lograr esto no pasa de ciento a ciento cincuenta mil duros. Me parece mucho. ¿Mucho, para un resultado como ese? No; me parecen muchos frascos.

La mujer lo tiene tonto, y en esto la ayuda el tunantuelo de Urquiola. ¿No sabes la última hazaña de ese pillín?... No la sabrás: todo Bilbao habla de ella, pero á las minas no llegan estas cosas. Y relató á Aresti un suceso digno de la sección de tribunales de un periódico.

Ella, con su sencillez columbina, no reparaba en esto, y se apresuró a preguntar con ingenuidad adorable: ¿Hiciste mi encargo? ¿Qué encargo?... ¡Pues me gusta!... ¿No te dije que fueses a ver a Jacobo Téllez?... ¿A Jacobo Téllez?... ¿Y quién es Jacobo Téllez? Pues, hombre, Jacobo Sabadell, el marido de mi prima Elvira. ¡Ah, ya!... Si yo creía que se llamaba Benito...

Esto, en vez de perjudicarle, aumentaba y extendía su buen crédito.

Murió agarrado á mis manos, jurando que me amaba y que se había matado por ... Una escena penosa, horrible... Y sin embargo, estoy segura de que se engañaba á mismo, de que no me amaba. Se mató por vanidad herida al ver que me alejaba de él, por testarudez, por gesto teatral, por influencia de sus lecturas... Era un tenor rumano. Esto fué en Rusia... Yo he sido artista un poco de tiempo...

A ser el afecto de Millán pasión hondamente arraigada, hubiese puesto empeño en recobrar lo que perdía; mas también en él palpitaba un fondo de propia y exagerada estimación, en que era de mayor cuenta el orgullo que el cariño. «No hables de esto a tu hermana había dicho a su amigo porque el querer no se impone ni es cosa para recibida de limosna

La paz, que gracias á la Providencia gozan las Islas, aleja la zozobra de presenciar escenas de sangre y horrores. Después de lo anterior, ¿es ó no lógico, eso que se llama indiferentismo? ¿Hay en esto misterios?

Acudió luego el cura a quitarle el embozo, para echarle agua en el rostro, y así como la descubrió la conoció don Fernando, que era el que estaba abrazado con la otra, y quedó como muerto en verla; pero no porque dejase, con todo esto, de tener a Luscinda, que era la que procuraba soltarse de sus brazos; la cual había conocido en el suspiro a Cardenio, y él la había conocido a ella.

Mañana a las diez recibiré la contestación definitiva de lo que puede hacer... ¡Oh!, él reventará antes que ponerse en ridículo... Si no lo tiene, que lo busque. Es su deber. ¿No valgo yo más, muchísimo más? ¿No le doy un tesoro por una miseria? ¿Qué es esto en comparación de las fortunas que han consumido otras?