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Cabalmente tiene usted delante al mejor amigo del regente de la Audiencia. Al oír esto, don Zambombo abrió los ojos cuanto se lo permitía la carne de los párpados, y clavó la mirada en don Simón. Este se quedó como quien ve visiones. Y no era extraño. Pero, don Celso dijo sin poderse contener , ¿cómo es eso?...

Reflexionando yo muchas veces sobre lo que más me llamaba la atención en ella, que no eran seguramente éstas y otras pintorescas trivialidades de determinados concurrentes, sino aquella familiaridad cariñosa, aquella rara, profunda, íntima trabazón afectiva entre todos ellos y mi tío, recordaba la comparación que de este caso original me había hecho Neluco en la primera conversación que con él tuve, y no me parecía rigurosamente exacta: más que un organismo de miembros subordinados al imperio de la cabeza, me parecía una familia con todas las comunes variedades de aptitudes y temperamentos, unida por el amor desinteresado, tan propio y natural entre todos sus miembros, y gobernada por la experiencia, la abnegación y la sabiduría del padre.

¿Qué entierro es éste tan sumptuoso que pasa por la calle Mayor? preguntó don Cleofás, que estaba tan aturdido como la mulata.

Faust maldice con furor a Mefistofeles, y este acusa a Faust con frialdad, y le prueba que es el quien ha deseado el mal, y que no le ha ayudado sino porque le habia llamado.

Este simpático personaje, antes de salir en público, no ya escondido y á trozos, sino por completo y por solo, pasa, con la venia de Lucía, á besar humildemente los lindos pies de V. y á ponerse bajo su amparo. Remedando á un antiguo compañero mío, elige á V. por su madrina.

Ya nos embrocó, y le voy a decir: ¡este es Zutano! Buenos Aires encierra dos clases de pícaros: los naturales y los extranjeros.

Este Tragomer... Ahora comprendo por qué ha hecho marcharse á los demás... ¡Vaya un escándalo que hubieran armado! ¡Este que es asunto! Cristián, con mucha calma, le dejaba agitarse y hacer exclamaciones de asombro y esperaba que su interlocutor volviese á él, atraído por su violenta curiosidad.

Había al mismo tiempo, ya se entiende que en otras ocasiones y apartes, otro personaje más emprendedor y menos asustadizo. Fue este el propio y respetado cacique de Villalegre: el excelentísimo señor don Andrés Rubio.

Este fin alcanzaron en 883 en el monasterio de Sahagun todos los religiosos prófugos que allí vivian refugiados bajo el abad Walabonso, de resultas de una entrada á sangre y fuego que hizo Almundhyr en los dominios cristianos . Hasta diez años despues , en que padece martirio Sta. Eugenia , no volvemos á ver sangre de mozárabes derramada en Córdoba.

En este supuesto, las leyes de la naturaleza son las leyes de nuestro mismo espíritu; y en vez de que debamos buscar en aquella los seres, tipo de nuestras ideas; debemos mirar á estas como el principio generador de todo lo que existe, ó parece existir; y las leyes del universo no serán mas que las condiciones subjetivas del yo aplicadas á los fenómenos.