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Resolvíase luego la punzada en dolor gravitativo, extendiéndose como un cerco de hierro por todo el cráneo. El trastorno general no se hacía esperar, ansiedad, náuseas, ganas de moverse, a las que seguían inmediatamente ganas más vivas todavía de estarse quieto. Esto no podía ser, y por fin le entraba aquella desazón epiléptica, aquel maldito hormigueo por todo el cuerpo.

Mario, que admiraba profundamente a Adolfo, se puso colorado e hizo esfuerzos colosales para estarse quieto. ¡Al fin! exclamó a los pocos instantes, viendo aparecer por la puerta a un caballero alto, de figura distinguida, vestido con exquisita elegancia. Pero en vez de manifestarse alegre, como era de esperar, su fisonomía adquirió la misma expresión que si viera un fantasma.

De la palmada que aplicó al gorro, se lo hundió hasta los ojos. Pero, Bernardino, esto no es posible, ¿qué va a ser de nosotros? exclamó la señora sintiendo venir las lágrimas. ¿Qué? refugiarse en el Frigal y allí estarse hasta que el temporal amainara; ya vendrían tiempos mejores.

El socorro que digo, pues, venido Alegra nuestro ejército hambriento, Y en gozo y en placer es convertido, El pasado dolor y gran lamento: Mas nuestro Yamandú ya arrepentido, De estarse con nosotros tan de asiento, En una tenebrosa noche y prieta, Sin nadie lo sentir, huyendo aprieta.

Finalmente, tuvo por bien de retirarse a una posada que había tomado fuera de la de su compañero, y de estarse en ella hasta que la influencia de aquel mal planeta pasase, y se borrase de la memoria de los muchachos aquella demanda mala de la cola que le pedían.

No podía estarse quieto cinco minutos. Si cualquiera hiciese al cabo del día la mitad de movimientos que él, caería rendido antes de llegar la noche. Castro seguía sus movimientos con ojos burlones y desdeñosos. Pero estos ojos se tornaron serios e inquietos al ver que su amigo se acercaba a la mesa de noche y se ponía a jugar con un precioso revólver que allí tenía.

Aquí ha organizado una compañía de aficionados; no podía estarse quieto. Esta noche es la primera que trabajan. El viejo va y viene con pasito ligero y menudo por el escenario, entra en los cuartos de los cómicos, sube al telar, desciende al foso.

Lo dicho. ¿Te parece ni medio decente que una mujer que te da su cuerpecito haiga de estarse siempre pidiendo como chico goloso? quieres mucho mimo por poco trigo. No podemos seguir así. Me das para vivir con decoro o despejas la plaza. Ya te doy cuanto puedo..., todo lo que puedo. Pues en vez de esas roñoserías es preciso que me pases una cosa fija cada mes, como hacen todos los caballeros.

Fragoso, habiendo visto un día trabajar al fox-terrier en un asunto de irara, que Yaguaí forzó a estarse definitivamente quieta, dedujo que un perrito que tenía ese talento especial para moder justamente entre cruz y pescuezo, no era un perro cualquiera, por más corta que tuviera la cola. Por lo que instó repetidas veces a Cooper a que le prestara a Yaguaí.

Su delicia era tenderse al sol sobre un banco, o bajo un sauce en la ribera, según la estación, y dormir a pierna suelta, sin cuidados, con un sueño de ángel o de niño; y también, sentarse en un portal de calle muy concurrida y ver pasar la gente afanosa tras el pan de cada día, mientras él, libre de preocupaciones, sonreía filosóficamente. ¡Trabajar Agapo! ¡si no vale la pena! ¡mucho sudar, mucho sufrir; el hombre, como bestia de carga, dando vueltas, de sol a sol, a la rueda de la fortuna, para recibir el esquinazo, en premio de sus fatigas! más vale estarse con el pico abierto, para que en él caiga el maná del cielo, y manos quietas; dejar que los demás cuiden del árbol y comer nosotros su fruto sazonado.