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Vamos, ánimo, pobrecita, hijita mía... siguió el padre espiritual cada vez más meloso y consolador. Y ¡por Dios y su madre santa! A España, a España mañana mismo. ¿Con él? preguntó Lucía horrorizada.

El P. Narciso era, como ya sabemos, el director espiritual y el ídolo del sexo femenino de Peñascosa.

Jovita era sentimental y reservada; Micaela tenía el genio violento; Socorro era la más pava, y Emilita la más pizpireta. Las dos intensas preocupaciones que llenaban la vida espiritual de D. Cristóbal Mateo eran la reducción del contingente del ejército y el casar a sus cuatro hijas, o por lo menos a dos.

Pez y Rosalía, como he dicho, salían a dar vueltas por la terraza. La ninfa de Rubens, carnosa y redonda, y el espiritual San José, de levita y sin vara de azucenas, se sublimaban sobre aquel fondo arquitectónico de piedra blanca que parece tosco marfil.

Asimismo se nota en el rostro del Santo cierto vergonzoso rubor, por donde se barrunta que la victoria que ha ganado ha sido en combate espiritual contra el tercer enemigo del alma, según lo refiere el Padre Rivadeneira, hablando de aquella hembra insolentísima, que quiso tentar y rendir al Santo y dio ocasión para que se le llamase el que no se quemó en medio del fuego y para que se le comparase a los tres mancebos del horno de Babilonia, de quienes habla Daniel profeta.

En el tiempo y en el medio en que yo era niño y crédulo, la condición espiritual del niño cristiano era el del unitario en tiempo de Rosas, según la descripción de Vélez Sársfield.

Con frases sencillas y con ánimo imperturbable, Nicolasa explicaba de esta manera sus extrañas relaciones con Tomasuelo; y como Tomasuelo hacía gala de su adoración espiritual y se lamentaba resignado de no ser querido de otra suerte, todos en el lugar, lejos de censurar, se maravillaban de aquel purísimo y angélico lazo que estrechaba así dos almas.

El tipo del magistrado moderno estaba bien representado por aquel abogado de cuarenta años, guapo, galante, espiritual, muy elocuente y muy aferrado al código pero que olvidaba completamente sus graves funciones cuando estaba en sociedad y sólo se ocupaba en gozar de la vida entre hombres de talento y mujeres amables.

Y por último, los otros criados de comedor, aunque eran negros, servían con primor en los banquetes, y todos se habían acostumbrado a llevar zapatos de continuo, y a no ir descalzos de pie y pierna, según la común usanza de entonces. El benéfico prurito de educar y de corregir que había en el alma de Rafaela, llegó a tener influjo hasta en su confesor y director espiritual el Padre García.

Las cosas estaban dispuestas con tal arte, que en lugar de escamarse un pretendiente con Tomasuelo, lo primero que tenía que hacer era como impetrar el beneplácito de aquel espiritual hermano, tan celoso, vigilante é interesado en el bien de su hermanita. D. Casimiro obtuvo la confianza y venia de Tomasuelo, y lo consideró buena señal.