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Aunque ya desde esta época sólo aparecieron de tarde en tarde obras de esta especie, se conservaron muchas de las antiguas, como el Amadís de Gaula, el Palmerín de Inglaterra, El Caballero Febo, Olivante de Laura, Tirante el blanco, Florisel de Nicea, etc., leídos y apreciados por el público hasta fines del siglo XVII. Muchos escritores de una época posterior hablan de ellas de tal manera, que suponen necesariamente lo familiares que eran á los lectores; los dramáticos más importantes acudieron también á estas fuentes , y en general debe atribuirse al libro de Amadís indudable influjo en la afición á lo fantástico y maravilloso, que se observa en casi todos los poetas españoles.

En las naciones extranjeras abundan los escritores desapasionados y juiciosos, de quienes no podemos quejarnos; pero no escasean tampoco los escritores violentos, ciegos de furor, fanáticos con el fanatismo que hoy se estila, y tan acérrimos enemigos de España, que no hay crimen, maldad é infamia que no atribuyan á nuestra nación, infiriendo de ahí que la postración y decadencia en que hoy estamos es un justo castigo de Dios, y, si no cree en Dios el que de esta suerte quiere requebrarnos, una ineludible consecuencia de las leyes fatales, impuestas no se sabe por quién, que dirigen y ordenan la marcha de la humanidad á través de los siglos.

Ya se ve que ninguno pensará tan desatinadamente, sino es que esté privado enteramente de la razon. Regla nona: El silencio de algunos Escritores suele ser prueba de no haber acontecido un hecho.

Sólo Cruzada Villamil lo puso en duda, pero los artistas y escritores se entusiasmaron con la idea de saborear apreciaciones y juicios de Velázquez en materia tan de su competencia.

No hay duda ninguna de que todos los buenos escritores, cuyas obras forman la aurora del hermoso día del reinado de Luis XIV, estudiaron á los castellanos, siguiendo su escuela, y sólo á ellos. Voltaire, Benserade, etc., eran, por decirlo así, más españoles que franceses.

Su instinto poderoso les hacía comprender lo que acabamos de afirmar, esto es, que los temas hermosos son raros en la poesía, y que á veces un escritor mediocre y hasta un tonto puede tropezar con ellos, y que entonces, por bien de la humanidad, es lícito arrebatárselos. El procedimiento de los escritores contemporáneos es distinto.

La prueba con que algunos Críticos intentan negar un hecho por el silencio de los Escritores coetaneos, ó poco posteriores, es llamada argumento negativo; y aunque muchos le tienen por de poca fuerza, no hay que dudar que algunas veces es bastante por solo para negar un suceso. JUAN LAUNOY dió mucha fuerza á este argumento en un discurso que compuso sobre esto.

Cuan grande autoridad tengan las tradiciones y cuan respetadas sean de los hombres sabios, nadie lo ignoraPero además de estas razones alegan otras algunos escritores regnícolas, que no dejan de ser fundadas.

Cuatro o cinco asociaciones existen en el extranjero de escritores que han emprendido compilar datos para escribir la historia de la República, tan llena de acontecimientos, y es verdaderamente asombroso el cúmulo de materiales que han reunido de todos los puntos de América: manuscritos, impresos, documentos, crónicas antiguas, diarios, viajes, etc.

Si los dos grandes dramáticos franceses, en sus imitaciones de los poetas españoles, aparecen en ellas con tan poca ventaja suya, ¿qué podrá esperarse de otros escritores inferiores de comedias de aquel tiempo? A la verdad, éstos han bebido en aquella fuente con extraña insistencia.