United States or Slovakia ? Vote for the TOP Country of the Week !


Habían huído sin saber adonde iban, perseguidos por el incendio y la metralla, locos de terror, como escapaban las muchedumbres medioevales ante el galopar de las hordas de hunos y mogoles.

Remaba tan vigorosamente, que con unas cuantas paladas se colocó en el centro del puerto. De los buques mercantes escapaban en masa las tripulaciones, por creer que el Hombre-Montaña quería tomarlos al abordaje. Pero Gillespie puso su proa hacia el otro lado del puerto, donde estaban los almacenes de víveres para las tropas. Al saltar sobre el muelle, éste quedó desierto.

Si Rosa hubiera tenido algunas nociones de coquetería, no la hubiera engañado aquel señorito con su cara seria y sus modales diplomáticos: muy pronto advertiría que le temblaban las manos cuando iba a entregarle algún objeto, y se le escapaban de los ojos miradas relampagueantes y codiciosas.

Dejose caer en un sillón y se inclinó de un lado con muestras de intensísimo dolor. Acudió a él su amante esposa, muy asustada de verle así y de oír los ayes lastimeros que de sus labios se escapaban, junto con una expresión fea que se perdona fácilmente a los hombres que padecen. «¿Qué tienes, nenito?». El Delfín se oprimía con la mano el costado izquierdo.

Esa actitud le había hecho algún daño con los buenos habitantes del pueblo, acostumbrados al modo de ser de la antigua empleada, cuya oficina era el punto de cita de todas las comadres y la caja de Pandora de donde se escapaban todas las maledicencias que florecían igualmente en el pueblo y en el campo.

De las que tomaron la mar, cargadas de vela algunas, sin medir la gran fuerza del viento, partieron los palos ó las entenas, después de separarse de las que formaban grupo. Los turcos dividieron su armada en dos secciones, dirigidas respectivamente hacia los que escapaban por mar ó tierra.

Esto se pone feo, don Luis suspiraba el admirador de Inglaterra. Esto va á ser la muerte de las minas. Para darse cuenta de lo crítico de la situación, bastaba ver que los peones gallegos tomaban el tren y se iban á su país. Aquellos hombres eran capaces de rebelarse por su interés personal, pero apenas presentían protestas colectivas, escapaban asustados hacia su país.

Balbucía o ceceaba, y su soliloquio, en que se le escapaban voces articuladas, era de los que indican una gran agitación del alma. Algunas voces tenues y confusas que salían de sus labios, llegaron a mi oído y percibí con toda claridad estas dos palabras: «<i>Tengo miedo</i>».

Contemplábale arrobada, adorando en él al símbolo del poder masculino. Estas largas miradas extáticas no se le escapaban a Venturita, quien hacía muecas a Pablo o a su madre, para que las observasen. Gonzalo pagaba las atenciones de su novia con un «muchas gracias» rápido, sin volver el rostro hacia ella por temor de ruborizarse.

Experimentó violenta sacudida. Una ola hirviente de bilis inundó su pecho. Aquella noche tuvo fiebre también. ¡Se le escapaban! No había posible venganza para aquel traidor. Iría a Madrid, se casaría; tal vez allí recibiría la noticia de la muerte de su hija; lloraría un poco; al cabo las caricias de su adorada esposa se la harían olvidar.