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No envidiosa sino encantada notaba yo que había en todo su ser corporal algo de más aristocrático que en el mío. Era además blanca y rubia, mientras que yo soy pelinegra y trigueña. Mis ojos son verdi-oscuros; los suyos azules como el cielo. Yo soy alta y esbelta: ella es más esbelta y más alta que yo, aunque igualmente bien proporcionada.

Se cree dijo el alférez que Lerma se haya puesto del lado de la reina. ¡Bah! eso no puede ser dijo uno. La reina odia al duque añadió otro. Creo más fácil que la Mari Díaz deje de ser envidiosa dijo un tercero. Prueba al canto contestó el alférez. Veamos. El confesor del rey, fray Luis de Aliaga, es á todas luces del partido de la reina. Indudablemente.

Alégrate sólo y no estés envidiosa respondió el Comendador; hallarás también un hombre que te merezca, que te ame y á quien ames con toda la energía de tu corazón. No, tío, no me amará replicó Lucía. Yo soy muy desgraciada. Y Lucía suspiró de nuevo. El Comendador, á la dulce y escasa luz de los astros, vió entonces que corrían dos hermosas lágrimas por las mejillas de Lucía.

Una de sus piernas colgaba fuera del lecho, y el pantuflo, sostenido sólo por los dedos del pie, rozaba las losas. Blázquez Serrano, antes de despertarle, contemplole unos minutos con envidiosa admiración. Una hora después salía del convento resuelto a ingresar a las órdenes.

Era envidiosa de la buena suerte de Vds. 15 Así es necesario que cada una vuelva a escribir su nombre y edad. También quiero decirles porqué es necesaria esta circunstancia. La mujer más vieja ha de ser quemada. Las otras han de tomar una porción de sus cenizas y así se remozarán. 20 Al oír esto se pasmaron las viejas, pero, todavía creyendo su promesa, hicieron nuevas cédulas.

eres la única que podrá leerlo, le dijo como encantada de su idea. Ellas ni siquiera saben que lo escribo. La que tiene un diario ya muy largo es Laura. Algún día que ella se descuide lo robamos y lo leemos juntas. Como a ella le han pasado muchas más cosas que a , y ha tenido una pasión y estuvo de novia... Dijo esto con cierto aire de pesar, como envidiosa de Laura.

Estaba con la lírica Diana, Doña Mariana bella, muy gozosa La corte de los Reyes, y aun ufana; Mas la muerte con ella fué envidiosa. Dejónos otra ninfa, tan galana, Discreta, buena, rica, y tan hermosa, Que puede allá en el cielo ser lucero, Doña Juliana es Puerto Carrero.

No creerás que lo he inventado yo. Para que veas que no me gustan farsas contigo; eso que te incomoda tanto, es cosa de Aurora...». Y él: «Como la coja, le arranco la lengua. Es una víbora esa mujer, una envidiosa, una intrigante. Ándate con cuidado con ella». Comentario: «De veras que estuve muy prudente. No se debe hablar mal de nadie sin tener seguridad de lo que se dice.

Hay que repeler la mala suerte, devolviéndosela á quien se la envióYa ves que la cosa resulta clarísima: una amiga envidiosa y que frecuenta mi casa... Clorinda; no puede ser otra. Y mañana mismo voy á repeler la mala suerte, tal como me lo ha recomendado la marquesa. Otras jugadoras siguieron sus consejos y les va muy bien.

Los labios, rojos y vitales, se entremordían con perezosa voluptuosidad que no tendría explicación viril, si los hipnóticos no fueran casi todos femeninos; y los ojos, sobre todo, antes vidriosos y apagados, brillaban ahora con tal pasión que el sepulturero tuvo un impulso de envidiosa sorpresa. Y eso, así... ¿la cocaína? murmuró. La voz de adentro sonó con inefable encanto.