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Parecía que hubiese encontrado en las pupilas del español un reflejo de su propio interior. Tuvo el presentimiento Robledo de que se acordaría siempre de esta mirada rápida. Apenas se conocían los dos, y sin embargo hubo en los ojos de este hombre una expresión de abandono fraternal, como si le librase toda su alma durante un segundo.

Nada, hombre, nada más que estudiantes. Basilio recobró su serenidad. ¿Qué ha pasado, pues? se atrevió á preguntar. Se han encontrado pasquines subversivos, ¿no lo sabía usted? ¿Dónde? ¡C ! en la Universidad. ¿Nada más que eso? ¡P ! ¿qué más quiere usted? preguntó el catedrático casi furioso; los pasquines se atribuyen á los estudiantes asociados, pero, ¡silencio!

Antes de romper la marcha, llegó un indio de la partida que tiró al S, con la noticia de haber encontrado unos caballos maneados, y á un mismo tiempo, previniéndonos nos fuesemos arrimando para la costa.

Este es Juan de quien tanto os he hablado, a quien acabo de encontrar en la calle a punto de morirse helado entre la nieve... ¡Vamos, vestíos pronto! La noble familia de Santiago vino inmediatamente a abrazar al pobre ciego. La voz de la esposa era dulce y armoniosa: Juan creía escuchar la de la Virgen: notó que lloraba cuando su marido relató de qué modo le había encontrado.

Siento por él una simpatía de clase: era un poeta. En su libro de Las Profecías se han encontrado versos mediocres, pero ingenuos, que indudablemente son de él.

Usted me permitirá que le diga una cosa, amigo Aldama... ¿Verdad que me lo permitirá...? Pues bien, su novia es muy guapa, es guapísima..., yo no he encontrado nunca otra más guapa. ¿He dicho algo? ¿Eh, eh? ¿He dicho algo...? El marquesito con la faz congestionada y los ojos un poco extraviados hacía guiños maliciosos y metía su cara por la de Tristán.

Algunos años antes se habían encontrado en el bosque, y desde entonces se amaban, en silencio y sin esperanza, como conviene a hijos de familias enemigas. Los Montescos y los Capuletos... ¿Se habían declarado ustedes su amor? No... pero se habían besado. ¡Ah!... ¿y después?

Por un momento creyó haber encontrado el medio de apartarle de tal existencia. Los parientes de Berlín visitaron á los Desnoyers en su castillo de Villeblanche. Karl von Hartrott apreció con bondadosa superioridad las colecciones ricas y un tanto disparatadas de su cuñado. No estaban mal: reconocía cierto cachet á la casa de París y al castillo.

Encargó a Juanito de la dirección de la casa, y cada vez que éste le consultaba, respondía con displicencia: Haz lo que quieras, hijo mío. Allá . Aunque salga mal algún negocio, no me arruinaré. Yo estoy ahora en mi verdadero terreno; he encontrado el filón.

Esta tarde me he encontrado, a orillas del río, ante el ángulo de un bastión medio derruido, al pie del cual descansábamos de nuestros paseos en las hermosas tardes de verano.