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Uno ó dos de los hijos de Harvey se decidían con frecuencia á ir á ver á su padre á Londres, pues en Inglaterra se encontraban más en su centro que en Francia, cuyas costumbres, ideas y gustos les resultaban insufribles.

Bajé a medio vestir, tal como estaba, a la sala del piso inferior, donde se encontraban nuestros regalos, bajo el árbol de Navidad. Tanteando en la obscuridad, busqué su plato, recogí los objetos que estaban al lado de éste, y por encima de todo coloqué el paquete de cartas. Cargada de esta manera, me acerqué a su puerta y toqué.

Recorriendo mis apuntes de esa época, algunos de los que han sido publicados, veo que los acontecimientos han justificado mis previsiones, cuando auguraba la victoria de Chile y no veía más medio de poner término a la lucha que la interposición amistosa de los países que se encontraban en situación de ser oídos por los beligerantes.

Me aproximé después que el tren hubo partido, á uno de los que acababan de subir al convoy, y á mis preguntas me relató lo ocurrido en los términos siguientes: A la 1 y 20 de esta tarde se encontraban todos los tranquilos habitantes de este pequeño pueblo ocupados en sus habituales tareas, cuando se oyeron gritos por la parte llamada "El Palmar". Nadie al principio creyó lo que momentos después habían de presenciar.

Ni una planta ni una bestia se encontraban en las soledades de leguas y leguas... Y por allí pasó el hombre, por allí caminó sin guía el aventurero español, a impulsos de su heroica ignorancia, que le hacía marchar en línea recta, siguiendo el revoloteo ilusorio de la Quimera, siempre en busca de las montañas de oro.

Uno de los más temidos valentones que á fines del siglo XVI había en Sevilla, donde tantos se encontraban, era Gonzalo Xeniz, cuya vida aventurera y ladronesca pudiera ser objeto de un libro.

Todos los heridos que durante el combate se habían sentido con fuerzas para llegar a la ambulancia se encontraban allí. El doctor Lorquin y su colega Despois, que llegó en el transcurso de la acción, tuvieron que trabajar de firme, y no hay que creer que la tarea se había acabado.

Por eso los perseguía tenaz, irritado. Se separaron. Si las peguetas iban por un lado al escapar del prado que cubrían tiñéndolo de negro, se encontraban con la descarga de Crespo; si tomaban por el otro lado, disparaba don Víctor. El cual se quedó solo, sobre una loma dominando el valle.

Como estas peloteras eran pan cotidiano, las muchachas de la vecindad, envidiosas de la hermosura de Benedicta, dieron en bautizarla con el apodo de Gatita de Mari-Ramos; y pronto en la parroquia entera los mozalbetes y demás niños zangolotinos que la encontraban al paso, saliendo de misa mayor, le decían: ¡Qué modosita y qué linda que va la Gatita de Mari-Ramos!

Raíces consistía en un lugar de veinte a treinta casas, diseminadas en las frondosidades de una península abandonada por el agua, en las marismas; cerca estaban las dunas, cuyos amarillos lomos de arena tenían figura semejante a los vericuetos que rodeaban a Raíces; pero estos, desde siglos y siglos, ostentaban el terciopelo de verde oscuro de sus musgos y su césped, y las flores de los prados, iguales a las que se encontraban tierra adentro, lejos de las brisas del mar.