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¡Loco! ... debéis estarlo... loco de felicidad. No, no; loco de desesperación. ¿Y por qué? ¿no sois afortunado? la mujer más pura y más hermosa y más codiciada de la corte os ama. La comedianta que á todos enamora, que á todos desespera, y que tiene buen corazón, es... vuestra hermana.

Si el galán pasa de galán indiferente a galán amado, ya el amor inspirará a la doncella el conveniente modo de mirar a quien le enamora, sin que se canse en aprenderlo por arte. Oye, Inesita dijo doña Beatriz ; no te hablo de broma, sino con gran seriedad en el fondo. tendrías razón en lo que dices si no hubiese período de transición entre el estar enamorada y no estarlo. misma lo has dicho.

Ella se resiste. El se enamora al fin seria y honradamente y se hace también cristiano. Y después de algunos lances y aventuras, el caballero y la muchacha se casan como Dios manda y se van a holgar en una hermosa quinta que en Sicilia poseen. Estos son los héroes y protagonistas y este el asunto principal de la novela.

Pues no digo nada si, movida por la vanidad o por pasiones más tiernas y propias de tus verdes años, y cegada por ellas hasta desconocer la ruindad del sujeto que te enamora, te casas al fin con un hombre de tu clase, con algún palurdo de esta tierra. ¡Qué desgracia la tuya entonces! ¡Pronto llegaría el desengaño! Vaya..., me horrorizo de pensar en ello. Sería una profanación.

Hay una joven que no tiene pero en lo tocante a ella misma: es muy guapa, muy recogida, muy bien educada..., una santa de Dios, vamos. De esta joven te enamoras , y ella se enamora de ti. Deseáis casaros, y resulta, en primer lugar, que no es hija de su padre..., quiero decir... Tiene derecho perfecto al apellido que usa.

Segismundo desembarca en las costas de Chipre á causa de una tempestad, y penetra por un subterráneo en el palacio de Diana, y la ve y se enamora; pero el triste resultado de su desafío anterior, y la circunstancia de que la mano de Diana ha de ser el premio de su propia muerte, le obligan á ocultar su nombre y á hacerse pasar por Rugero, príncipe de Creta.

El amor y el oro hacen juntos grandes cosas; pero ¡que pocas veces se unen! Además, créame Vd., señorita, siempre resulta sospechoso el hombre pobre que enamora a una rica. Las beldades adineradas son para nosotros como los brillantes para las modistillas, que cuando los lucen nadie los imagina honradamente ganados.

Los lagos de Interlaken y Brienz, cerca de Thun: los once que se divisan desde Righi, el de los cuatro cantones, todos, porque esa es la verdad, todos merecen seguramente un viaje: tienen los lagos una belleza especial que seduce y enamora.

Hermosa es la verdad siempre; pero en el arte seduce y enamora más cuando entre sus distintas vestiduras poéticas escoge y usa con desenfado la de la gracia, que es sin duda la que mejor cortan españolas tijeras, la que tiene por riquísima tela nuestra lengua incomparable, y por costura y acomodamiento la prosa de los maestros del siglo de oro.

La buena educación, las leyes rígidas del decoro, las que se designan con el nombre o frase francesa de conveniencias sociales, no consienten que un galán se jacte de sus pasadas conquistas ante la mujer honrada a quien pretende o a quien ya enamora y posee; pero estas conquistas, no reveladas por él y sabidas por ella, contribuyen extraordinariamente a que el amor de ella suba de punto.