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El papá había muerto siendo magistrado, y esto bastaba para que en casa de doña Manuela, con el afán de grandezas que todos sentían, no designasen a la familia por su apellido, sino por el título del difunto. Los señores de Cuadros sentían una oculta satisfacción al rozarse con las amistades de doña Manuela, que para ellos eran gente de la clase más elevada.

Zuheros y Doña Mencía, esta con su castillo, aquella al pié de una elevada cordillera de rocas y montañas, conservan celosas la memoria de un alcaide, Diego de Cabrera, y de un señor, Alonso de Córdoba, que se coronaron de gloria en la prision del rey chico de Granada.

Su traje era sencillo, de viaje, pero tan original el corte y con tal lujo y esmero en los pormenores, que se echaba de ver inmediatamente la elevada calidad de la persona. Despedía de ella un perfume suave que vino a herir su nariz así que puso el pie en el cuarto.

Tan lejos estaba Leibnitz de abrigar tendencia al panteismo, ni de reputarle por una filosofía elevada, que antes bien, como acabamos de ver, le considera como el resultado de una imaginacion grosera. Es muy notable que así bajo el aspecto metafísico como histórico, está completamente de acuerdo Leibnitz con Santo Tomás, manifestando ambos las mismas ideas con palabras muy semejantes. Busca el santo Doctor si el alma es hecha de la substancia de Dios, y con esta ocasion examina el orígen del error, y dice lo siguiente: «Respondeo dicendum, quod dicere animam esse de substantia Dei, manifestam improbabilitatem continet. Ut enim ex dictis patet, anima humana est quandoque intelligens in potentia, et scientiam quodammodo

El traje que llevábamos es también digno de mención, porque era el que usa todo colombiano en viaje. En la cabeza, el enorme sombrero suaza, de paja, de anchas alas que protegen contra el sol, y de elevada copa que mantienen fresco el cráneo.

A cierta distancia de la casa, ya cerca del bosque, vi a un hombre de elevada estatura, cuyo rostro denunciaba unos treinta años, pálido, con la cabeza inclinada, los brazos caídos y los hombros cubiertos de largos cabellos negros.

De aquella confidencia, Ana sacó en limpio que el Magistral, como ella creía, era un alma grande, que no había tenido más delito que cierta vaga melancolía en la juventud y una ambición noble, elevada, en la edad viril. Pero aquella ambición había desaparecido ante otra más grande, más pura, la de salvar las almas buenas, la de ella por ejemplo.

Allá en el confín del horizonte percibí una torre elevada, y al lado de ella otras varias más chicas. ¡Sevilla! ¡Sevilla! grité con voz recia, sin poder reprimir la extraña y viva emoción que me embargaba. Y avergonzado en seguida de aquel grito, me volví para ver si mis compañeros se reían.

Todo lo que concentra al hombre llamándole á elevada contemplacion en el santuario de su alma, contribuye á engrandecerle, porque le despega de los objetos materiales, le recuerda su alto orígen, y le anuncia su inmenso destino.

Y lo que era peor, Jesucristo, cuya figura, aun en sus momentos de duda, se le aparecía elevada siempre y majestuosa, se presentaba ahora a su imaginación como un grano de polvo; la historia de la Redención, tan insignificante como la caída de una hoja. Quiso penetrar más en el estudio de la Naturaleza. Después del Cosmos leyó otra porción de libros de astronomía, de física, de geología.