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Se hacía sentimental, tierna, evocaba recuerdos, la autoridad de los recuerdos, que era siempre cosa sagrada, dulce, entrañable.... ¿Qué había pasado en aquella romería de San Blas?

Jamás... Se va el dinero de las manos sin echarlo de ver. Entonces replicó la Melanval un poco extrañada no queda nada que sacrificar, pues la respetabilidad es necesaria. Como no sea el físico... Me es indispensable respondió sencillamente Petra. ¡Bah! ya irá usted rebajando, hija mía dijo la abuela con su dulce filosofía. Y quiera Dios que no sea tarde suspiró pensando en el teniente Cotorrac.

Sobre las líneas puras y gloriosas del querubín, la naturaleza había trazado otras más curvas y terrenales que le iban á maravilla. Además, tenía un modo de mirar dulce, rápido y lleno de timidez que seducía á la gente joven de la villa.

El clima es dulce y la naturaleza pródiga en esas regiones predilectas de la vieja raza.

Levantaban al cielo sus blasones, Que estaban por ser pocos ó ningunos, Escritos del olvido en los borrones. Al dulce murmurar, al oportuno Razonar de las dos, la del asiento, Que en belleza jamas le igualó alguno,

Ignoro yo mismo lo que deseo y lo que busco, y no siento sino lo que tu eres y lo que soy. Quisiera oir tu voz todavia una vez antes de morir, la voz que para mi oido era la mas dulce melodia.

Y así empezó una dulce correspondencia entre ambos, sostenida con juvenil ardor por parte de Quilito, y con tranquilo recato por parte de Susana, siempre sobre el mismo tema y en diapasón igual: Quilito, suspirando, llorando a veces, renegando otras, desesperado de su suerte y de su porvenir; Susana, predicando la concordia, la paz, la calma, en el sagrado nombre de Dios.

Aquello es un paraíso, es un oásis de verdura suntuosa, de perfumes y brisas deliciosas, de vida dulce y tranquila, de suprema hermosura, y de un colorido tan colombiano, tan nacional, que deja en el corazon del viajero la mas honda sensacion de placer.

Fué una pasión súbita, ardorosa, que le abrasaba las entrañas. Vivió desde entonces en dulce y á la vez insoportable inquietud, como si hubiese bebido un filtro mágico que le trastornara ó pesase al fin sobre él la venganza de la diosa del amor, justamente irritada por sus ofensas.

Glorioso tránsito Con la ausencia de D. Jaime, que no debía prolongarse más de un mes, quedó doña Luz algo melancólica, si bien de dulce melancolía; pero con el espíritu más libre y sereno para volver a sus antiguos amigos, en los ratos en que a solas no se recreaba con el recuerdo del dueño ausente.