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¿Pero hay que estar loco, miss Maud, para agradar á usted? No es justo sermonear á Tragomer por mi causa. ¿Por qué exigirle una sublimidad de que yo no le doy el ejemplo? Esta noche está usted de humor regañón, y en este caso aquí estoy yo para servir de blanco. Pero, por favor, que se salven los transeuntes. Miss Harvey se echó á reir.

Cuando le veo a usted, Gabriel, sonreír ante las cosas religiosas, adivino en su gesto lo mucho que se calla, y le doy la razón. Yo he tenido curiosidad por saber la historia de la música en la Iglesia; he seguido paso a paso el largo calvario del arte infeliz, llevando a cuestas la cruz del culto al través de los siglos.

Mucho he sufrido, pero todo lo doy por bien empleado, porque al verte seguirme, y perseguirme, y rogarme, y temblar en mis brazos, y besarme, como temblaste y me besaste la tarde del teatro... vamos, he llegado a creer que me amas de veras. ¿Me perdonas? Estaba hermosísima.

Ahí tenéis colores, pinceles y cartón, dijo el viejo artista, y no os doy vidrio porque eso requiere conocimientos especiales y bastante tiempo. Os ruego que me déis una muestra de vuestro trabajo. Gracias, hija mía. Llena los vasos hasta el borde.

Plan general de gobierno, acomodado a las circunstancias de estos pueblos Paréceme, amigo mío, habrá quedado satisfecho el deseo de usted con las noticias que le doy en la primera parte de esta memoria.

¿Cuánto necesitarías? Unos ochenta o cien duros. Yo te los doy. ¿Y por qué es esa prisa? ¿Le pasa algo a la Ignacia? No, pero he sabido que Carlos Ohando la está haciendo el amor. ¡Y como la tiene en su casa!... Nada, nada. Hablale y, si ella quiere, ya está. Nos casamos en seguida.

Tentólos don Quijote, y cayó luego en la cuenta de lo que podía ser, y díjole a Sancho: -No tienes de qué tener miedo, porque estos pies y piernas que tientas y no vees, sin duda son de algunos forajidos y bandoleros que en estos árboles están ahorcados; que por aquí los suele ahorcar la justicia cuando los coge, de veinte en veinte y de treinta en treinta; por donde me doy a entender que debo de estar cerca de Barcelona.

ELVIRA. Padre, si en desdichas tales Y en tan continuos desvelos, Los que han de dar los consuelos Vienen a aumentar los males, Los míos serán iguales A la desdicha en que estoy, Porque si tu hija soy Y el ser que tengo me has dado, Es fuerza haber heredado La nobleza que te doy.

¡Ah! dijo el hombre ; yo soy, Diógenes trasegado, que anda en busca de un hombre y no le hallo. Y yo soy una dama andante, que busca á una mujer y no la encuentra. Acercábanse entretanto los dos interlocutores. Pero hallo una mujer dijo el de la linterna , lo que no es poco, y me doy por bien hallado. Y yo dijo la condesa con afecto encuentro un hombre, y me doy por satisfecha.

Estaba tan amenazador, que Bobart, espantado, permaneció en su butaca sin hacer un movimiento, sin pronunciar una palabra. Le doy á usted un minuto para decidirse á responder. Dentro de un minuto le haré á usted responsable de la emboscada que aquí se ha ejecutado. ¡La emboscada! exclamó Bobart, fuera de por el terror. ¿Quién la ha preparado? ¡Ah! ¿Usted sabe, pues, lo que ha sucedido?