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Esta idea de que la reñiría su padrino fue el golpe que le aclaró el sentido, porque la idea de la fuga era un rastro del sueño. «¿Estoy despierta o dormidase preguntaba al reconocer su desatino; y quedose un rato sentada en la cama, con la mano en la mejilla.

De la zona profunda, negra y dormida de la memoria, laguna Estigia de nuestra alma, en donde se han ido sumiendo los afectos y las imágenes de antaño, se levantan, de raro en raro, inesperadamente, viejas voces y viejos rostros familiares, a manera de espectros sin corporeidad.

Un día estaba la dama sola en su gabinete. Se había dejado caer en una butaca. Inmóvil, con la cabeza echada hacia atrás y las manos pendientes, parecía dormida. Sin embargo, Josefina, que rondaba el gabinete, se atrevió a mirar por la rendija de la puerta y observó que tenía los ojos abiertos, muy abiertos, y que su frente estaba temerosamente fruncida.

Habían, como el gentil caballero del antiguo cuento de hadas, venciendo mil obstáculos y dificultades, penetrado en los deliciosos jardines y luego en el encantado palacio donde, desde hacía muchos siglos, la hermosísima princesa estaba dormida.

Parecía que estaba dormida; pero a la blanda voz de su amigo abrió los ojos, y, mirándole con inquieta expresión, balbució: ¿Eres ?... ¡Cuánto has tardado! Pero ya no me voy sin ti dijo él, enérgico y amoroso . Aunque no quieras, te llevo ahora mismo. Parecía que quería clavarla sus palabras en el corazón, mientras la pulsaba con ansiedad devoradora.

Está muy malita: empezó á dar unas manotadas y á decir que venían volando unas ... ¿cómo dijo? "Las tres, las tres volando", decía, y así estuvo hasta hace una hora, que calló y se quedó dormida.

La anciana vino a verme, me arropó y se estuvo acariciándome hasta que me quedé dormida. A la mañana, apenas abrí los ojos, pregunté por mi madre. Me dijeron que estaba en el cielo. La anciana me lavó, me vistió, y me dió el desayuno.

Al recorrerlo, el alma no experimenta ninguna emocion, y se sienten casi los estremecimientos de la carne como si detras de cada puerta estuviese dormida entre flores y perfumes, sobre un lecho de mármol, una princesa ó esclava desnuda, de ojos ardientes y cabellera de ébano....

Este cabo salía más de un kilómetro extendiéndose sobre el mar como una serpiente dormida. Los dos amigos se metieron por aquel camino que no tenía más de doscientos metros de ancho y que estaba cubierto á uno y otro lado por las dunas. Cristián y Jacobo se dirigían á la punta del cabo, que formaba un pequeño promontorio. De repente se estremecieron.

Y, al decir esto, el honrado Lionetti sacudió, conmovido, la ceniza de su pipa y se arrebujó en su capotón, dándome las buenas noches... Durante algún tiempo, continuaron hablando a media voz los marineros... Después, una tras otra, se apagaron las pipas... No se pronunció una palabra más... Marchose el pastor viejo... Y yo me quedé solo soñando despierto, en medio de la tripulación dormida.