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Dádmela vos por traslado, que otras más graves reales órdenes se han dado sin que lo sepa su majestad. El duque, dominado por Quevedo y por la situación, se sentó en la mesa, escribió, firmó, leyó lo que había escrito á Quevedo y luego dobló el papel, le puso un sobre y le selló y le sobrescribió. Beso á vuecencia las manos y le doy las gracias dijo Quevedo tomando el pliego.

Y se dirigió á una puerta en paso rápido, poderoso, en que se revelaba la excitación de que estaba poseída. Don Juan la siguió. Y dominado por lo extraño, por lo maravilloso, y aun podemos decir por lo terrible de la situación, ni aun se acordó de que iba pobremente vestido, con su sombrero ajado, su capilla parda y sus botas de camino enlodadas hasta las corvas.

El canton de Zug, dominado en sus primeros tiempos por señores feudales y luego por la casa de Austria, no entró á la Confederacion suiza hasta el año de 1622. Desde entónces ha sido fiel á sus compromisos de alianza primitiva, pero su papel es demasiado subalterno para llamar la atencion.

Había declarado que no se servía de su arma habitualmente; pero ¿quién sabe de lo que es capaz un torpe dominado por el miedo? Lo menos que podía hacer, era despertar á todo el castillo. ¡Y entonces, escándalo, lucha, prisión acaso! En un momento, el cerebro sobrexcitado de Herminia imaginó muchos dramas. Bobart venía, sin embargo, muy pacíficamente.

Todas las colonias del mundo obedecen á un sistema fijo, á un fin dado, beneficioso al dominador, al par que al dominado.

Era un personaje rico, notable e influyente en la política de su patria. Bien podía afirmarse que dominaba fuera de su casa y que dentro de ella estaba dominado. Trece años hacía que había contraído matrimonio con una noble Lady, bella, muy aristocrática y tan dotada de virtudes como de soberbia.

Todos hablaron a un tiempo, sin oírse, porque el tono elevado del coro era dominado por un enorme perro que nos ladraba de una manera desaforada y que dividía mi inspiración entre los deseos de atraerlo con buenas palabras o el de pegarle un tiro.

Un aventurero genovés había ofrecido llegar a Cipango y al Catay, atravesando con sus naves el nunca surcado y tenebroso mar de Sargaso, y el aventurero había descubierto extensas y hasta entonces incógnitas regiones, donde había ido a plantar la cruz del Redentor y el pendón de Castilla, dejando entrever y haciendo augurar que la tierra en que vivimos es mayor de lo que se pensaba y que todo lo oculto y misterioso que hasta entonces había habido en ella, iba a revelarse y a manifestarse a nuestros ojos y a ser dominado por castellanos y aragoneses.

Pero al atravesar el umbral de la casa de Dios, y detenerse entre la puerta y el cancel, y ver allá dentro, enfrente, las luces del baptisterio, una emoción religiosa, dulcísima, empapada de un misterio no exento de cierto terror vago, esfumada, ante la incertidumbre del porvenir, le había dominado hasta hacerle olvidarse de todos aquellos miserables que le rodeaban. Sólo veía a Dios y a su hijo.

No quiero dar a entender que don Guillén fuese un histrión, y que, después del gran esfuerzo hipócrita sobre el proscenio, al volver entre bastidores, fingiese hallarse dominado todavía por el espanto y rigidez patéticos, y no poder recobrar la elasticidad y movilidad de los músculos de la expresión.