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Esperimentóse esta verdad en Macha; pues logrando en aquel engañado pueblo, Tomas Catari, todos aquellos rendimientos que son gages de la autoridad, y olvidado del no esperado beneficio de su libertad, dió agigantado vuelto á sus ideas, por la desconcertada fantasia de los indios, graduando la soltura de su caudillo por efecto del temor que habia infundido con sus insolencias; y persuadidos por el nuevo método que se seguia con ellos, no era la piedad la que obraba, para atraerlos suavemente á sus deberes, se creyeron autorizados para egecutar las mas sangrientas crueldades, siendo como consecuencia, se vean estas sinrazones donde no se conoce ni domina la razon.

La naturaleza campestre, colonial y bárbara, cambióse en esta metamorfosis en arte, en sistema y en política regular capaz de presentarse a la faz del mundo como el modo de ser de un pueblo encarnado en un hombre que ha aspirado a tomar los aires de un genio que domina los acontecimientos, los hombres y las cosas.

La maniobra se hacía cada vez más difícil por el poco espacio de que se podía disponer, y sobre todo, por la fuerza de las corrientes que ora nos llevaban á las playas de Batangas, ora á las peligrosas costas de Mindoro, entre cuyas dos provincias se destacan los perfiles de la isla verde, atalaya que domina la entrada del estrecho que va á morir en San Bernardino, peñón que azotan las aguas del Pacífico.

En todas las cuestiones hay un punto de vista principal, dominante; en él se coloca el genio. Allí tiene la clave, desde allí lo domina todo. Si al comun de los hombres no les es posible situarse de golpe en el mismo lugar, al ménos deben procurar llegar á él á fuerza de trabajo; no dudando que con esto se ahorrarán muchísimo tiempo, y alcanzarán los resultados mas ventajosos.

Entonces, sólo la extensión y la grandeza material de la ciudad pueden dar la medida para calcular la intensidad de su civilización. Ciudades regias, soberbias aglomeraciones de casas, son para el pensamiento un cauce más inadecuado que la absoluta soledad del desierto, cuando el pensamiento no es el señor que las domina.

De todo lo dicho se deduce que la amatividad de don Juan no le domina y absorbe tan por entero, que llegue a cegarle; antes por el contrario, él la dirige y encauza de modo que, en vez de quedar esclavo de sus pasiones, las ordena con arreglo a sus deseos.

La montaña, cubierta de espesos bosques, se abre en un recuesto que produce en cierto modo un vallecito, á unos 60 ó mas metros de altura sobre el lago, teniendo su límite inferior en el peñasco enorme que domina la ribera, y elevándose del lado interior por la espesa montaña hasta una altura bien considerable.

La maldición originaria del novelista cífrase en que necesariamente se ha de extender sobre sinnúmero de objetos. El pintor, por el contrario, escoge un solo objeto, o, si toma varios, los agrupa en reducido espacio, los concentra y sensibiliza. El pintor, a la inversa del novelista, no se deja dominar por la vastedad del objeto, sino que lo domina.

A la luz de los faroles de la calle, que rielaba en el mojado pavimento, Amparo vio alejarse a la pareja y quedose poseída de una especie de tristeza interior que rara vez domina a los temperamentos sanguíneos, alegres de suyo.

Durante este largo período, que abarca todo el siglo XVI, domina ya en España el gusto italiano en lo referente a los elementos de expresión que animan la obra pictórica: los más ilustres holandeses, Antonio Moro por ejemplo, sólo son buscados y seguidos como retratistas. En Valencia, pintan Juan de Juanes y Ribalta; en Andalucía, Luis de Vargas, Alejo Fernández y el divino Morales.