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Después de un éxtasis breve y dulce, suspiro y dijo: No quise yo meterme en líos, allí a la vera de mi casa; bastantes escándalos hemos dado en el pueblo los señores de aquel solar.... ¡Luego, Carmencita!... Aquel era para otro cuidado más fino, otra mira más noble, Salvador...; me asusté al pensar que podía hacerla llorar y sufrir toda la vida, y tuve el valor de renunciar al divino manjar de su cariño.

»¿Por qué pusiste, Dios mío, esta sed inextinguible de amor en el centro del alma? Sin duda para que en lo divino se hartara. Pero, bien lo sabes : yo te he buscado en el centro del alma, y, si por dicha te hallé, fue sólo entre tinieblas, vago, indeterminado, confuso. Así te he amado sobre todas las cosas. Así me he abrazado estrechamente contigo.

Y como el alma ama a Dios y todo está en Dios, el alma lo ama todo amándole. Y lo ama todo, no ya interesadamente, como lo amaba antes, sino con desinterés, porque quien tiene a Dios ¿qué más quiere ni desea? Así el alma ama a las criaturas como Dios las ama, y quiere que todas se vuelvan a Dios y le amen, y que el tesoro del amor divino sea para todas ellas.

Me parece que hay en esto una contradicción singular y misteriosa, como si sintiésemos á la vez en el trabajo, el castigo y el carácter divino y paternal del juez. Jueves. Esta mañana al despertar, se me entregó una carta del viejo Laubepin. En ella me invitaba á comer, excusándose de esta gran libertad, y no haciéndome comunicación alguna relativa á mis intereses.

Son imitaciones de Lamartine en estilo pseudoclásico; no me gustan, aunque demuestran gran habilidad en Anita. Además, las mujeres deben ocuparse en más dulces tareas; las musas no escriben, inspiran. La marquesa de Vegallana, que leía libros escandalosos con singular deleite, condenó los versos por mojigatos. «Que no se le mezclase a ella lo humano con lo divino.

No es blanca, es azul, de un suave azul: el color de la poesía y del ensueño. Centellea en el fondo negro de la inmensidad con el fulgor misterioso de los enormes diamantes azulados que colocan en sus tiaras los monarcas orientales. Los que la contemplan deben sentir en sus órganos visuales el roce aterciopelado del divino misterio.

El gordo Meriskoff, doctor alemán de la Universidad de Bom, canciller de la legión, hombre de aficiones poéticas, y gran comentarista, observó con respeto: Generala, el dulce país de Mignon es Italia: «¿Conoces la tierra privilegiada donde la naranja da florEl divino Goethe se refería a Italia, «Italia mater». Italia será el eterno amor de la humanidad sensible.

Su hijo ama por un derecho providencial; por un derecho de orígen divino. Dios se lo ha dado, él lo tiene porque Dios se lo da: ¿qué intenta el padre contra lo que da Dios? ¿Qué planes concibe contra la Providencia que gobierna á todos, á él tambien? Vengan aquí los padres que así opinan, y que respondan.

Infiérese de lo dicho que acto conforme á razon, acorde con la ley eterna, ó agradable á Dios, aunque expresen diversos aspectos de una idea, no significan nada diferente, en cuanto se trata de explicar los cimientos del órden moral. La ley eterna, no puede ser otra cosa que la razon eterna, ó bien la representacion del órden moral en el entendimiento divino.

Los artistas se amparaban bajo su manto; hallaban en ella la mano que los sostenía y la luz que los guiaba. En torno suyo juntábase lo más selecto que el arte español había producido en los últimos tiempos, formando un divino cenáculo sólo comparable al que la reina de Navarra presidía allá en los tiempos de la Edad Media.