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Dios es testigo, y si no, pregúntale... Ahora mismo lo sueltas o verás, verás quién soy...». Quedose dormida, dejando caer al suelo la naranja.

No dejaré pasar ni una noche ni una mañana sin rogar por ella, y cuando vea delante de mis ventanas, a la otra parte de la calle, aquella ventana cerrada para siempre, o encuadrando otras caras, ¡cómo se partirá mi corazón de tristeza y de pesar, sino la entreveo a ella... allá en el cielo!... ¡Cuánto debo yo a mis buenas amigas! Creo verdaderamente que la amistad es la forma visible de Dios.

Y providencia de Dios fué que se me ocurriera destapiarle, porque yo me dije: detrás de ese tabique debe haber algo, algo que yo no conozco, y eso que me son familiares todos los escondrijos del alcázar: como que he nacido en él, y en él he pasado los cincuenta años de mi vida. Destapé y hallé con alegría lo que nadie conoce más que yo, y lo que vos vais á conocer. Entremos.

Los ojos opacos de aquél brillaron al sentir el blando peso. El fuego lanzaba sobre ellos reflejos maliciosos. Yo también soy feliz con tu amor le dijo suavemente al oído. En mis horas de sueño, en los momentos en que fabricaba castillos en el aire nunca pude imaginar tanta dicha. Es más: yo pensaba que el amor estaba vedado para . Dios me ha criado con un corazón poco sensible.

Yo quisiera ir a parar a un valle más pequeño que éste, pero más risueño todavía: el cielo siempre azul, la tierra llena de flores y animales hermosos que viniesen a comer a mi mano. Y vivir allí sola con Dios y las personas que eligiese para acompañarme.

Saludémosle con respeto, ya que no con amor... ¡Con amor no! Yo no puedo amar á ese dios subterráneo que ennegrece los rostros y no pocas veces también las conciencias. La Arcadia ha concluído. Esta raza sencilla y belicosa de nuestros campos desaparecerá en breve y será sustituída por otra criada en el amor de las riquezas y en el orgullo. ¡Ya conozco esa raza!

7 A la presencia del Señor tiembla la tierra, a la presencia del Dios de Jacob; 8 el cual tornó la peña en estanque de aguas, y en fuente de aguas la roca. 1 No a nosotros, oh SE

Le ruego, mamá, que no proteste usted. No se desobedece a los enfermos. ¿Verdad, doctor? Señorita respondió tendiéndole la mano , es usted una santa. ; me esperan allá arriba; mi urna está dispuesta para recibirme. Rogaré a Dios por usted, mi digno amigo, ya que usted no lo hace. Al hablar así su voz tenía algo de alado, de aéreo, de sobrenatural, como la serenidad del cielo.

Si vuestra señoría fuese servido de darme una tantica parte del cielo, aunque no fuese más de media legua, la tomaría de mejor gana que la mayor ínsula del mundo. -Mirad, amigo Sancho -respondió el duque-: yo no puedo dar parte del cielo a nadie, aunque no sea mayor que una uña, que a solo Dios están reservadas esas mercedes y gracias.

Viejos prestigios cayeron con los últimos vestigios después de aquel providencial naufragio. Y dijo entonces Dios: "Pondré en la altura mi arco en señal de la perpetua alianza entre vosotros". Y brilló en los cielos el signo de los tiempos que inaugura la era anunciada de la nueva gracia; arco de triunfo bajo el cual avanza la humanidad con todos sus anhelos; el gran iris social: la democracia!