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Lo que digo es que el individuo se siente pequeño ante lo mismo que él ha creado: el artífice se anonada ante su propia obra. En este caso sucede al hombre lo que al grano de arena en medio de un desierto muy dilatado. Un grano de arena y otro grano de arena forman el desierto; pero el grano se ve perdido entre los horizontes de aquella inmensa soledad.

¿Y crees que quien tiene éstas y otras terribles pruebas contra Lerma no te tiene en sus manos? ¡Dios mío! exclamó medio muerto de terror el cocinero. ¿Y crees que si yo digo á Lerma: «la vida de Francisco Martínez Montiño por estas cartas», no te llevará Lerma al cadalso? Tened compasión de , Manuel; tened lástima de un hombre de bien que ningún mal os ha hecho.

En los claros ojos de Currita brilló un relámpago de ira, y a poco más pierde su mansedumbre. Y aunque se llamara Policarpo exclamó . ¿Es razón esa para no hacer lo que te digo?... Pues nada, hija, se me olvidó. ¿Qué hemos de hacerle? ¡Ir ahora mismo! ¿Te enteras?... Y convidarlo a almorzar... Mira que a mi vuelta he de encontrarlo aquí contigo.

Hacer de una desdicha una esperanza, hacer de un dolor una magnificencia, hacer de una lágrima un poder y una gloria, corred el mundo de cabo á cabo, cavad la tierra de polo á polo, rebuscad la historia página por página, escudriñadlo todo, desde el abismo á las estrellas; yo os digo que si hallais en la creacion quien haga eso, será el cristianismo, el arte de la cruz, la lágrima de la Vírgen María, como he dicho antes, y no me canso nunca de repetir.

¡Pues bien! yo voy a decíroslo todo exclamó Juan, vencido por su emoción. Vale más que lo sepáis todo, vos que quedáis aquí, y volveréis al castillo... ¡y la volveréis a ver... a ella! ¿A quién?... ¿Quién es ella? ¡Bettina! ¡Bettina! ¡Yo la adoro, padrino, la adoro! ¡Pobre hijo mío! Perdonad que os hable de estas cosas... pero os lo digo como se lo diría a mi padre.

Quando de improviso un estornudo, Y haciendo cruces por el mal aguero, Del gran Mercurio al mandamiento acudo, Miré la lista, y que era el primero El Licenciado JUAN DE OCHOA, amigo Por poeta y christiano verdadero. Deste varon en su alabanza digo Que puede acelerar y dar la muerte Con su claro discurso al enemigo.

¿Se ha sacado usted el premio gordo, por vida de...! exclamó Torquemada con grosería D. Juan, no gaste usted bromas conmigo.... ¿Es que duda de que le hable con seriedad? Porque eso de que no le hace falta.... ¡rábano!... ¡á usted que sería capaz de tragarse, no digo yo este pico, sino la Casa de la Moneda enterita... D. Juan.

Ahora te da por desacreditarme después de haber estado más de veinte años comiendo mi pan. ¡Pero si te conozco, zurrón de veneno; si eso que has dicho nadie te lo va a creer: ni arriba ni abajo! El demonio está contigo, y maldita eres entre todas las brujas y esperpentos que hay en el cielo... digo, en el infierno

No tendrán ustedes idea del aspecto que ofrecía entonces Madrid si no les digo que la gente toda andaba azorada y aturdida, a veces llena de miedo, a veces haciendo esfuerzos para disimular su alegría.

No basta saber que podemos estar seguros de la existencia de la extension, es preciso investigar si ella es en realidad tal cual nos la presentan los sentidos; y lo que digo de la extension puede aplicarse á las demás propiedades de los cuerpos.