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Por eso me da rabia... contestó la muchacha pálida, que hablaba con cierto ceceo, propio de los puertecitos de mar en la provincia de Marineda. Sal un poco, mujer... vente conmigo. Hoy... ¡quién puede! Hay un encargo... diez y seis varas de puntilla para una señora del barrio de Arriba.... El martes se han de entregar sin falta.

Tuvo lugar la justa en las Gradas y hubo procesiones, se corrieron sortijas y se lidiaron diez toros delante de las puertas del Alcázar, por acuerdo de 3 de Diciembre de 1453.

Exponed la máquina de un reloj á la vista de una reunion de niños de diez á doce años, y es bien seguro que si entre ellos hay alguno de genio mecánico muy aventajado, se dará á conocer desde luego por la curiosidad de examinar, por la discrecion de las preguntas, y la facilidad en comprender la construccion que está contemplando.

El otro, con ínfulas de filósofo, puso otra sonrisa benévola sobre estas palabras: ¿Mucho?... Las niñas de diez y ocho años nunca «sienten» mucho, por muy románticas que sean.... ¿Es ella romántica? Todas las buenas lo son. Salvador, asombrado, dijo: , ¿eh? Pues claro, hombre; la bondad de las mujeres es puro romanticismo.

Me parece que Momo debería ya estar de vuelta; diez días lleva de viaje. Madre contestó Dolores , hay mucha tierra que pisar hasta Madrid. Manuel dice que no puede estar de vuelta sino de aquí a cuatro o cinco días. Pero ¡cuál no sería el asombro de ambas, cuando de repente vieron ante con aire azorado y mal gesto al mismísimo Momo en persona! ¡Momo! exclamaron las dos a un tiempo.

¡Ah! ¡ni vuestra madre amó á su esposo, sino después de casada, ni vos me amáis aún! Continuemos. Pasaba mi padre, hace más de diez y ocho años, con su compañía hacia Navarra, é hizo noche en casa de mi abuelo materno, donde fué aposentado. Vió á mi madre... durante la cena... y no pudo dormir. Como yo...

La señorita Guichard envió á su huésped todo lo necesario, pero no pareció por su habitación. Al día siguiente, á las diez de la mañana, el médico dió de alta á Mauricio y éste, ya vestido y ofreciendo el aspecto de un bello mozo, solicitó en vano el favor de dar las gracias á la dueña de la casa. Dejó una carta, en la que prometía volver, subió en un coche y se dirigió á Montretout.

El tremendo alcalde de casa y corte Ruy Pérez Sarmiento, á quien ya conocemos, había sido llamado entre doce y una de la noche anterior por el duque de Lerma. El duque de Lerma había llamado al alcalde de casa y corte, porque entre diez y once de la noche había estado encerrado un largo espacio con él don Francisco de Quevedo.

Terminaba su agonía con dos o tres hipos del surtidor, a cuyo orificio se asomaba el chorro, sin conseguir lanzarse fuera. No volvería ya el manantial a correr en diez horas lo menos. Disputaban frecuentemente Lucía y Pilar sobre la conclusión del fenómeno, como sobre su comienzo. Ya paró. Va a dormir. Buenas noches, caballero exclamaba Lucía saludándole con la mano. ¡No, mujer, quia!

Solamente en Madrid, durante aquel siglo, se fundaron diez y seis conventos de frailes, diez y siete de monjas, nueve iglesias, seis hospitales y seis colegios; es decir, que se fundaron cincuenta y cuatro establecimientos piadosos, de los cuales sólo eran de beneficencia doce. Esto sin contar un número igual de fundaciones anteriores.