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17 Mas vosotros, amados, tened memoria de las palabras que antes han sido dichas por los apóstoles de nuestro Señor Jesús, el Cristo; 18 como os decían: Que en el postrer tiempo habría burladores, que andarían según sus malvados deseos. 21 Conservaos a vosotros mismos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesús, el Cristo, para vida eterna.

Hay mucha diferencia entro estas dos proposiciones: el hombre que es ignorante no es instruido; el hombre que es ignorante, no puede ser instruido. En la primera, la condicion del tiempo no debe estar expresada por las razones dichas: en la segunda , porque hablándose de la imposibilidad de un modo absoluto, se negaria al ignorante hasta la potencia de ser instruido.

A las tres de la tarde llegó la partida dicha, diciendo se podia transitar. Dia 25. A las seis emprendimos la marcha á dichas sierras: á las diez y media se hizo alto en una lagunita accidental. A las dos y media continuamos lo mismo hasta las seis y media, que paramos en otra laguna como la dicha.

Después de estas palabras, dichas con el tono de una orden, hizo trotar á su caballo tierra adentro, por entre los ásperos matorrales, que se rompieron lanzando crujidos de leña seca. Inmediatamente, Celinda dejó de evolucionar á lo lejos, llegando á todo galope al encuentro de Ricardo.

¡Tu dixisti! gritó Diógenes con grande ahínco. Y lo repito prosiguió Leopoldina . Pero yo le aseguro a ese indecente que ha de oír de mis labios cuatro palabritas bien dichas... ¡Oh, si yo lo tenía previsto! En el último baile que dio llevaba medias azules de algodón... Como que su suegro tiene en Boston una fábrica.

En ella no persisten ni dichas ni dolores; la más intensa alegría se disipa como la niebla; el afecto de hoy se ve traicionado por el afecto de ayer, afecto que creíamos muerto, y que de pronto revive en el alma fuerte y activo.

Mas, al despertar ligero de las dichas de mi sueño, y abandonar el beleño de aquel cuadro lisonjero; sólo escucho el lastimero movimiento de las aguas y el ruido de las piraguas que surcan río cercano, perdiéndose por el llano a impulsos de hábil remero. Dije mal; no se ha perdido la impresión de mi memoria.

»¡Quiera Dios que se cumpla su deseo! ¡Ojalá encuentre usted esa alma que la suya está buscando y al disfrutar todas las dichas del amor no llegue a conocer sus tempestades! Porque, ¿qué sería de usted, Antoñita, si se viese arrollada por la ola del infortunio, cuando yo, que soy hombre, he sucumbido a su empuje irresistible? »¡Ah! Usted, Antoñita, no conoce aún el amor.

Consistía, pues, esta riqueza, en la facultad preciosa de desprenderse de la realidad, cuando querían, trasladándose a un mundo imaginario, todo bienandanzas, placeres y dichas.

Hállense en medio de este rio unas piedras pómez: divídese el rio en dos brazos, uno á la parte del S, y este tiene de dichas piedras; su sonda, de mas de dos varas, y otro á la parte del N, que fué por donde pasamos; su sonda tres cuartas de agua. Hállanse diferentes piedras en medio del rio, pero dan seguro paso.