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Haremos nuestros viajes sin buscar al enemigo, llevando cargamentos lo mismo que antes; pero si el enemigo nos sale al paso, encontrará quien le conteste. Estaba dispuesto á morir, si tal era su destino, pero agrediendo al que le atacase. ¿Y no puedo ir yo también? insistió el piloto. No; detrás de ti existe una familia que te necesita.

Causa risa ver cómo se da hoy de calabazas un ministro de Hacienda para arbitrar, con destino a otra guerra, unos cuantos millones que nadie quiere darle si no hipoteca hasta el último pingajo de la nación. Aprended, generaciones egoístas.

Véase aquí cómo supo embarcarse en bajel seguro y mantener en su compañía a la veleidosa fortuna, su hermana querida y tutelar maestra. El ministro de Hacienda, D. Antonio Martínez, que ya le tenía en capilla para dejarle cesante de su pingüe destino en el Consejo, cejó en sus intenciones perversas.

Era en vano que Juana, no solamente no le hiciera reproches, ni aun le confiase nada. Era demasiado mujer, y demasiado madre; había sufrido demasiado ella misma, para que pudiera engañarse sobre la verdad de las cosas, y no se perdonaba la extraña ceguedad con que había entregado a su hija a un destino peor que el suyo.

La cofradía de la Pasión destinó tres diversos lugares de Madrid á la representación de las comedias: un corral en la calle del Sol; otro, que alquiló para este servicio, y era propiedad de N. Burguillos, en la del Príncipe; y el tercero en la misma calle, perteneciente á Isabel Pacheco. Según indican los datos más antiguos, ya en el año de 1568 se dieron representaciones en estos teatros.

Mas reflexione que si Magdalena se ha de casar alguna vez, ¿no hemos de preferir todos que se case con Amaury? ¿Es que habremos de creer que su dicha constituirá nuestra desgracia? ¿Acaso hemos de echarle en cara su alegría? Dejemos que sean felices y no tratemos de oponernos insensatamente a su destino.

El Rey tiene gran empeño en estas nupcias, y la Reina dice que quiere ser madrina del bodorrio. Ahora es ella. La dama está fuera de , y el hidalguillo se rompe la cabeza para inventar un ardid cualquiera que le saque de tan espantoso laberinto. ¡Oh terrible obstáculo! ¡Oh inesperado suceso! ¡Oh veleidades del destino! ¡Oh amargor de la vida!

Cuanto era mío, mañana será vuestro, y el cuerpo que será de los gusanos, tendrá más noble destino... No lloréis vosotros, criados y hermanos míos, que estas puertas las hallaréis siempre francas, y, aunque fría, siempre sentiréis mi mano tendida hacia vosotros. ¡No dejo otra manda para que mis crímenes me sean perdonados, y he de alzarme de la sepultura si no fuese cumplida!

A Leocadia le mortificó el suceso más que a su madre, pero de otro modo. Mientras Pepe se limitó a trocar la clase por el destino del Senado, decía: «A mi hermano le han empleado» y en el tono con que lo pronunciaba descubría algo de amor propio satisfecho.

De esta manera llegó a ser médico del humilde balneario el doctor Ruiloz, a pesar de que por entonces ya su nombre corría de boca en boca, seguido de tales alabanzas, que nadie pudo comprender cómo ni por qué aceptó destino tan poco lucrativo.