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Benditas sean sus manos dice el joven en voz baja y tímida, y con más gravedad que de costumbre. No puede menos de acordarse de su madre muerta, que continuamente estaba quejándose del polvo insoportable y de que no hubiera en todo el patio el más pequeño sitio para descansar. ¡Qué lástima que no pueda ver esto! dice a media voz, siguiendo su pensamiento. ¿La madre? pregunta ella.

¿Quieren ustedes subir a descansar? preguntó la dama a los caballeros, al ver llegar a Paco. No, gracias. Yo volveré luego con mamá a buscarte. ¿A buscarme? ; ¿no te lo ha dicho ese? Hoy vas al teatro con nosotros. Hay estreno; es decir, un estreno de don Pedro Calderón de la Barca, el ídolo de tu marido. ¿No sabes?

Interiormente le faltaba todo: deseaba descansar después de aquella marcha ruidosa por la vida, en la cual había hecho, en pocos años, el mismo camino que otras familias de potentados sólo recorren después de varias generaciones.

D. Marcelino se empeñó en que se apeasen para descansar un poco y tomar algún refresco, pero el señor conde se negó completamente, y D.ª Feliciana entonces salió con una bandeja de dulces y unas copas de Jerez á la calle. El señor conde no quiso probar nada: la señora condesa tomó una rosquilla de Santa Clara, y pidió después un vaso de agua.

Después de tomar un refrigerio en las Consistoriales y descansar un poco, la comitiva se restituyó a la plaza, donde se efectuó con una solemnidad capaz de hacer derramar lágrimas al ateo más empedernido el acto de colocar la primera piedra de la nueva casa de Dios.

Montó en él bendiciendo su buena estrella, y se alejó con los suyos del encantado recinto de Azzahra para ir á descansar de aquellas fuertes emociones en el palacio donde estaba hospedado. Hemos dicho que las fuentes eran uno de los principales ornatos de aquellos alcázares.

Buenas noches, Maximina dijo nuestro joven acercándose a ella. ¡Ay! buenas noches. ¿Aún no se ha decidido V. a bailar? No señor. Pues yo . La niña le miró sorprendida. Pero antes quiero descansar un poco al lado de V. ¿No hay por ahí una silla? Voy por ella ahora mismo repuso muy azorada. Y entrando en el estanquillo, salió con una que colocó bastante lejos de la suya.

Jugó el telégrafo; supo el Gobierno que acababa de hacer la adquisición de «uno de los personajes más importantes del país»; dijéronlo así al punto los periódicos oficiosos de la corte; súpolo toda España; desapareció la candidatura del pobre aventurero, a quien se dió en pago una credencial de primera, que es cuanto él ambicionaba, y se le dijo a don Simón: Puede usted ir a descansar tranquilo.

No te pido amor, te pido amistad, cierto cariño que no niegan los esposos menos fieles a su mujer. Y tampoco les niegan un asilo. Yo no puedo vivir en tu casa; pero puedo vivir en tu pueblo. A lo menos por algún tiempo: déjame ir. Ahora necesito descansar. Estoy enferma por dentro, por muy adentro. Desquiciada. Necesito ver caras amigas.