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Estas palabras, el grande afecto con que la mora las dijo, hicieron derramar más de una lágrima a algunos de los que la escucharon, especialmente a las mujeres, que de su naturaleza son tiernas y compasivas. Abrazóla Luscinda con mucho amor, diciéndole: -, : María, María. A lo cual respondió la mora: ¡, : María; Zoraida macange! -que quiere decir no.

Pero el cuentecillo tiene su buena dosis de sal y pimienta. Lo sentiría mucho dijo la condesa . Es un recuerdo que he tenido al oír hacer la apología de las obras de Dumas. ¡Tantas exclamaciones vacías y ni siquiera una palabra de elogio para esa historia de la Magdalena y de Lázaro, de la que no puedo leer un renglón sin derramar lágrimas!

11 Si dijeren: Ven con nosotros, espiemos a alguno para matarle, acechemos al inocente sin razón; 13 hallaremos riquezas de toda clase, llenaremos nuestras casas de despojos; 14 echa tu suerte entre nosotros; tengamos todos una bolsa, 15 hijo mío, no andes en camino con ellos; aparta tu pie de sus veredas; 16 porque sus pies correrán al mal, e irán presurosos a derramar sangre.

Como miss Mary, la señora no se movía... Parecía enternecida y asombrada... Y Lita, desconsolándose por tales retardos y vacilaciones, comenzó a derramar el más amargo llanto de su vida, de su pequeña vida siempre llena de lágrimas. También despertó al papá con su llanto.

Las notas volaban como suspiros, su timbre antiguo hacía más adorable aquel canto entonado por una voz fresca. Juan, cerrados los ojos, saboreaba el encanto de aquella melodía de antaño, que parecía el eco lejano de un pasado muerto. Se sentía triste hasta derramar lágrimas. Un grito de espanto de la joven lo arrancó a su sueño doloroso.

No procuró confirmarlos, primero porque no le importaba, y después porque una vez confirmados se vería obligado a despreciarla, y no quería que una mujer que tanto se parecía a su madre en la figura fuera un ser despreciable. Se abstuvo de pedir noticias de ella. Contentóse con satisfacer siempre que podía aquel extraño deseo de renovar su dolor, de conmoverse hasta derramar lágrimas.

Un día hubo de decirle a Papitos, porque no le había limpiado las botas: «Vaya con la chiquilla esta... ¡Verás !». Y al salir de la casa sintió tal pena de haberse expresado con displicencia y ardor, que le faltaba poco para derramar una lágrima. «¡Cuándo se me quitará esta costumbre viciosa de ultrajar a los humildes!... ¿Qué más da que estén las botas con o sin betún?

Aquellos cerros, que estriban en el Atlántico y forman el promontorio más occidental de Europa, parecían tener, en edad de tanto predominio y triunfo de los portugueses, un simbólico significado; eran el trono de flores y de perenne verdura, donde había venido a sentarse el Genio de Portugal para derramar luz sobre el Mar Tenebroso, abrir nunca hollados caminos y extender su conocimiento y su dominación por los más apartados países y entre los más diversos pueblos.

Después el fuego se comunicó de la estopa a los cabellos, de los cabellos a las plumas, y el acróbata improvisado, el desgraciado Grano de Sal, absorbió tanto calórico, que su piel se resquebrajó y crujió bajo su ardiente envoltura. Al principio todos reían, hasta derramar lágrimas, a bordo del Gavilán.

Por sustraerse a tan horrible espectáculo, apresuró Stein sus pasos, no sin derramar copiosas lágrimas. Así llegó a la cima de otra altura, desde donde se desenvolvió a su vista un magnífico paisaje. El terreno descendía con imperceptible declive hacia el mar, que, en calma y tranquilo, reflejaba los fuegos del sol en su ocaso, y parecía un campo sembrado de brillantes, rubíes y zafiros.