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El señor de Migajas dijo la Princesa mirándole con benevolencia no ha venido aquí á divertirnos. Eso no quita que le oigamos con gusto pregonar La Correspondencia y los fósforos si quiere hacerloHallaba el granuja esta proposición tan contraria á su dignidad y decoro, que se llenó de aflicción y no supo qué contestar á su adorada.

Juanita, además, sin que nadie la acompañase ni mirase por ella, había pasado de la niñez a la mocedad en medio de las calles y en trato y conversación con toda clase de personas. Nadie, sin embargo, se le había atrevido, porque ella sabía hacerse respetar, y ni las personas maldicientes habían formulado nunca contra ella una acusación fundada que pudiera, en manera alguna, deslustrar su decoro.

Después, poco a poco y al compás que él iba siendo más atrevido y más explícito, fueron despertándose en aquellas ideas, pasiones o inclinaciones, pues no cómo las llame, que siempre, a pesar del freno religioso y a falta del freno del orgullo y del decoro en este particular, han hecho de lo que rudamente podemos llamar una mujer liviana, o más bien han impedido que yo no quiera, ni pueda, ni logre nunca desechar de la liviandad primitiva.

Pero si esta pena la estimulaba a transigir una vez más, su decoro y más aún su amor propio se sublevaban airados contra aquella infame, que traía al hogar doméstico hijos que no eran de su marido.

No se dio por vencida la orgullosa viuda del alabardero, y volvió a la carga dos o tres veces en esta forma: «Si el pobre Maxi estuviera bueno, él te arreglara como cumple a todo hombre que se estima; pero no lo está, y tengo que tomar yo a mi cargo el decoro de la familia.

Ahora bien: la idea, el concepto de ciudad aparece cuando el hombre comprende que por encima del capricho impulsivo de su arbitrio personal están la utilidad y el decoro colectivos, el propósito común de prosperidad, cultura y deleite, en los cuales participan por obligación y derecho cuantos en la ciudad conviven.

No transijo, pues, con nada que sea apropiarse lo ajeno, ni con mentiras que dañan al honor del prójimo, ni con nada que sea vil y cobarde; tampoco transijo con menospreciar la disciplina militar: en esto soy muy severo; pero en todo aquello que se relaciona con el amor, la dignidad consiste en guardar el decoro... porque no me entra ni me ha entrado nunca en la cabeza que sea pecado, ni delito, ni siquiera falta, ningún hecho derivado del amor verdadero.

Luego encrespándose de pronto: Es un bribón ¿sabes? un sinvergüenza, que no sabe siquiera guardar el decoro de su mujer. La mayor parte de los días la espera a la salida de San Pascual y la acompaña a pie hasta su casa. En el teatro no le quita los gemelos de encima. ¡Una porquería! Aunque sea un mal marido, que tenga dignidad. Y la pánfila de mi hija, loca, perdida por él. ¡Has visto qué imbécil!

Es decoro una justa y decente continuacion de la materia, conviene á saber, dando á cada uno lo suyo, evitar las cosas impropias, usar de todas las legítimas, de manera que el siervo no diga ni haga actos del señor, y é converso; y el lugar triste entristecello, y el alegre alegrallo con toda la advertencia, diligencia y modo posibles, etc.

Y si es una predestinación, si estaba escrito interrumpió Pepita , ¿por qué no someterse, por qué resistirse todavía? Sacrifique Vd. sus propósitos a nuestro amor. ¿Acaso no he sacrificado yo mucho? Ahora mismo, al rogar, al esforzarme por vencer los desdenes de Vd., ¿no sacrifico mi orgullo, mi decoro y mi recato? Yo también creo que amaba a usted antes de verle.