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Sin embargo, poseíamos afortunadamente un par de buenos caballos cada uno, y apretando un poquito en una cosa y otro poquito en otra, podíamos darnos el goce de esas excitantes carreras a través del campo, en las cuales la sangre se pone en movimiento y bulle de agitación a la vez que rejuvenece a todos los que toman parte en ellas.

Averiguó, en fin, de una vez para siempre, que el hombre no puede salvarse del dolor y de la muerte por la razón, sino por la Fe, esto es, por un conocimiento distinto y superior del que aquélla puede darnos. Desde que este conocimiento iluminó su espíritu, alcanzó la felicidad absoluta.

Nos vio, y una palidez mortal invadió su rostro, mientras que Carlos y yo nos sonrojamos al darnos cuenta de su presencia. »Teobaldo se repuso, y nos sonrió con la tristeza que acostumbraba. »Amigos míos nos dijo, sentándose cerca de nosotros. Se acordarán ustedes de la sorpresa que me causó, hace algunos meses, el sueño que Carlos nos contó había tenido.

Nuestro mal lo debemos á nosotros mismos, no echemos la culpa á nadie. Si España nos viese menos complacientes con la tiranía, y más dispuestos á luchar y sufrir por nuestros derechos, España sería la primera en darnos la libertad, porque cuando el fruto de la concepcion llega á su madurez ¡desgraciada la madre que lo quiera ahogar!

Y no sólo porque con la guerra exponemos á las enfermedades y á la muerte á lo más lozano de la juventud española y nos exponemos nosotros á la miseria, sino también porque con la duración de la guerra, á par de la vida de muchos de nuestros hermanos, y á par del dinero y hasta de la esperanza de ganarle que vamos perdiendo, es de recelar que perdamos también la paciencia, el juicio y el corto ingenio que Dios haya tenido la bondad de darnos.

Pues a lo que iba: sin darnos tiempo para sacudirnos el polvo del camino, ¡zas! una nube de visitas; y enseguida otra... ¡Ay, Virtudes de mi corazón! ¡qué fatigas aquellas... y qué tipos de señoritas, y de señoras... y aun de señores!

No se olvidó el autor de darnos algunos detalles de cómo estaban las casas de baños en aquellos días de 1587, en que escribía, y así añadió lo siguiente: «A las grandes salas donde se bañan salen sus caños que corren de agua caliente y también fría.

Estos diálogos cortos iban exornados con una infinidad de miradas furtivas del marido para advertirle continuamente á su mujer alguna negligencia, queriendo darnos á entender entrambos á dos que estaban muy al corriente de todas las fórmulas que en semejantes casos se reputan en finura, y que todas las torpezas eran hijas de los criados, que nunca han de aprender á servir.

Recuerden que Blair me pagó lo justo, y aun más de lo estipulado; pero, como ustedes lo saben bien, era un hombre sumamente reservado en todo lo concerniente a sus asuntos, y me dejó sin saber nada. ¿Y no puede darnos más informes sobre este tuerto que parece que ha sido socio de Blair en la extraordinaria empresa misteriosa?

El señor Taylor acusa á cada paso de ignorantes á los españoles. No se comprende cómo el poco tiempo que ha estado aquí le ha bastado para examinarnos de todas las asignaturas y darnos calabazas. Los mahometanos y los judíos, esos que eran sabios; pero hicimos la barbaridad de expulsarlos. No cabe en este breve escrito contestar á las censuras del Sr. Taylor.