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En el espacio de un día próximamente, gira alrededor de uno de sus diámetros, cuya dirección en el espacio es fija, y que toma el nombre de eje del mundo, cuando se le considera relativamente al movimiento diurno, aparente, de la esfera estrellada.

La plaza del pueblo que nos ocupa está asentada á las faldas de un montecillo en cuya amplia meseta se levanta la iglesia y el cementerio. Como se ve, los muertos no pueden estar más cerca de los vivos.

Su número era crecido, comparado con el de los nuestros, cuya retaguardia picaron, hasta que se ampararon de las trincheras.

Dejaron pasar los enemigos éste destacamento hasta la misma ciudad, pero fué con cautela, porque inmediatamente ocuparon un desfiladero inevitable, para hacer mas dificil su retirada, lo que advertido por el Comandante, al tiempo que estaba reuniendo á todos los que habian quedado en Chucuito, le fué preciso retroceder con aceleracion, y sin embargo se vió obligado á abrirse el paso á viva fuerza: en cuya accion perdió algunos soldados, sin poder evitar el estrago que los rebeldes hicieron en los que procuraban salvarse al abrigo de este socorro, en cuya ocasion perdió tambien la vida el cura de la iglesia de Santa Cruz de Juli, que pudo evitar el primer riesgo de perderla, en la conmocion de su pueblo.

Llegaron por fin á una nación no conocida, cuyos indios parecían de buenos naturales, y eran de hermosos rostros y de buena estatura; las indias tan blancas, que parecían españolas; tenían crías de yeguas y muchas ovejas, de cuya lana hacen muy buenos tejidos; los caballos eran sin número. La tierra fertilísima, en que tienen labranzas de los frutos del país.

Pertenecía aquella clase a un malhadado colegio criollo, cuya disciplina era menos que dudosa y cuyos estudiantes eran más que personajes. Cada vez que monsieur Jaccotot iniciaba alguna explicación, alzaba la voz algún impertinente. Espíritu sencillo, monsieur Jaccotot solía reprender entonces a sus alumnos, exclamando: En cuanto abro la boca, un imbécil habla.

El pobre estudiante, desde que volvió de San Diego para rescatar de la servidumbre á Julî, su prometida, había vuelto á sus libros, pasando el tiempo en el hospital, estudiando ó cuidando á Capitan Tiago, cuya enfermedad trataba de combatir.

El sol se había ocultado detrás de un horizonte esplendoroso, cuya púrpura realzaba el extraño contraste de las nubes sombrías con reflejos de cobre, ocultándonos las cimas de algunos montes, donde el estruendo del trueno se oía sin cesar.

La vida de aquellos rústicos antepasados, que nos sentimos inclinados a considerar personajes prosaicos de esos hombres cuya sola ocupación era cabalgar alrededor de sus propiedades, que se iban volviendo cada vez más pesados sobre sus monturas y pasaban el resto de sus días satisfaciendo de un modo despreocupado sus sentidos embotados por la monotonía , su vida, digo, tenía, sin embargo, algo de patética.

Conviene algunas veces administrar en el intérvalo del acónito varias dósis de un medicamento cuya accion es análoga á la suya en la enfermedad que se trate, como la belladona, la manzanilla, la pulsatila. En las exacerbaciones agudas de las flegmasías crónicas y en el período subagudo de ciertas fiebres de larga duracion, la alternacion del acónito y del azufre produce escelentes resultados.